Los mercados mundiales de materias primas siguen moderadamente afectados por esta tragedia que es, principalmente, humana. En ausencia de perturbaciones físicas, el petróleo sigue cotizando por debajo de los máximos alcanzados cuando Arabia Saudí y Rusia anunciaron recortes de producción. Por el momento, la fortaleza del dólar y los temores de recesión pesan más que el papel del petróleo como cobertura geopolítica… Por el momento.
Por otra parte, el mercado del gas muestra signos más visibles de tensión debido a múltiples factores: el cierre de Tamar, por supuesto, frente a las costas de Israel, fuente no sistémica de exportación de GNL a los mercados mundiales; el posible sabotaje de un gasoducto en Finlandia; y una crisis social en Australia que aún no se ha resuelto del todo. El gas natural es la principal fuente de energía de Israel y es fácil comprender por qué no ha construido un reactor nuclear civil en su suelo.
En Europa, varios signos alentadores sugieren que la inflación seguirá cediendo terreno desde su último máximo en octubre de 2022. A pesar del repunte de los precios del petróleo en los últimos días, su nivel actual, lejos de los máximos del verano, apunta a una disminución de la contribución de la energía a la inflación, siempre que el conflicto no se convierta en regional. Para Europa, la seguridad energética sigue siendo clave.
Los líderes occidentales también tendrán que estar a la altura de sus compromisos, en un mundo que parece tan fracturado como lo estaba en 1973. En muchos aspectos, la crisis actual recuerda a la del petróleo, que sumió a Occidente en la estanflación. Como entonces, los banqueros centrales se enfrentan ahora a la inminencia de una crisis energética en un contexto de débil crecimiento y políticas monetarias restrictivas. Así pues, el destino del mundo vuelve a depender de las decisiones de los dirigentes políticos, militares y financieros en tiempos de crisis.
----------- Comentario económico de Thomas Planell, analista de DNCA (affiliate de Natixis IM)
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