I
En el fondo oscuro un punto blanco se hace más grande. Tránsito vertiginoso, todo es luz. La luz inmensa se reduce. Retorno instantáneo. No es el momento. ¡Bip!, ¡bip!, ¡bip!
II
¡Oooooooooooooooommmmmmmmmm! ¡Oooooooooooooooommmmmmmmmm! ¡Oooooooooooooooommmmmmmmmm! Ciento cinco veces más: ¡ooooooooooommmmm! ¡Bip!, ¡bip!, ¡bip!
III
—“Nada es para siempre, todo es transitorio”, me digo como especie de consuelo o verdad revelada. Cierro los ojos, aspiro inflando el abdomen, luego el aire hincha mi pecho. Años atrás quedó la frase: “Aquí estamos, poniéndole el pecho a lo que venga”. ¡Bip!, ¡bip!, ¡bip!
IV
Valió la pena haber memorizado el poema: Dime vida / si cuando agoniza un poeta / le das el mismo trato, / contesta si es mi arrogancia / la que me hace creer / que el cierre será diferente, / o si el premio / por la obstinación creativa / solo es placebo para andar / el camino que ya sabemos / cómo terminará. / ¿Será acaso que los versos / son faro que guiará / en la oscuridad al poeta / para dirigirse a la verdadera Luz? / Si aun en el trance final sin retorno / la poesía nos impulsa a no titubear, / a tomar con sabiduría el último tramo / de la existencia fugaz; / bien habrá valido el supino coste / de la incomprensión y el menoscabo, / si el tránsito al más allá / se encara arropado por la fuerza de las estrofas. / Dime vida: / ¿abona en algo ser poeta / en el final de los finales? (Poema de un poeta frente a la muerte. APR. Julio, 2023) ¡Bip!, ¡bip!, ¡bip!
V
La Luz se hace. La respuesta a la pregunta final del poema no significa ningún reto. La respuesta siempre fue afirmativa. Si la poesía sirvió para despertar de este sueño, sí abona ser poeta en el final de los finales. Luz, más Luz. El monitor cambia su sonido. ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
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