Restos de ganado muerto en los pastizales de Kitengela Masái, en Kenia, durante la gran sequía de 2009. Un nuevo informe muestra que los principales ríos de África se han convertido en fuentes de conflicto debido a su desecación originada por el cambio climático y la degradación ambiental. Imagen: Ilri
NAIROBI – Casi todas las grandes cuencas fluviales de África se han convertido en epicentros de conflictos en los últimos 20 años, y el rendimiento agrícola en el continente podría caer hasta 50 por ciento en el futuro próximo debido al agotamiento de las fuentes de agua «tradicionales».
Ello sucede en parte por los efectos del cambio climático y la degradación del medioambiente, según el Informe sobre el Estado del Ambiente en África 2023, publicado en Nairobi, sede entre otros organismos internacionales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Al mismo tiempo, la degradación medioambiental y la pérdida de biodiversidad afectan sobre todo al continente, con una pérdida de cuatro millones de hectáreas de cubierta forestal cada año, el doble de la tasa media mundial.
Esto, en parte, ha contribuido a que más de 50 millones de personas hayan emigrado de las zonas degradadas del África subsahariana al norte de África y Europa hasta 2020, según el informe elaborado por el indio Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE), lanzado en esta capital keniana el 13 de octubre.
En él se constata que todas las cuencas hídricas críticas de África experimentaban al inicio de esta década dificultades y turbulencias a causa, entre otras razones, al uso insostenible de los recursos, además del clima, convirtiéndose en focos de competencia por el agua.
Las cuencas incluyen el lago Chad, compartido por Chad, Nigeria, Camerún y Níger; el río Nilo, compartido por Egipto, Uganda, Sudán y Etiopía; el lago Victoria, compartido por Kenia, Uganda y Tanzania; y el río Níger, utilizado por comunidades de Níger, Mali y Nigeria.
También figuran en la lista la cuenca del río Congo, un recurso conjunto utilizado por Camerún, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y la cuenca del lago Malauí, compartida por Tanzania y Malauí. También figura en la lista la cuenca del lago Turkana, en Kenia y Etiopía.
Los conflictos en la cuenca del lago Chad comenzaron en 1980, después que la masa de agua ha disminuido un 90m% desde los años 60 debido a la sobreexplotación y a los efectos del cambio climático.
«Durante años, el lago ha sustentado el agua potable, el riego, la pesca, la ganadería y la actividad económica de más de 30 millones de personas; es vital para las comunidades indígenas, pastoriles y agrícolas de uno de los países más pobres del mundo”, señala el informe. De hecho, añade, “el cambio climático ha alimentado crisis medioambientales y humanitarias masivas en la región».
Señala que los actores internacionales y los gobiernos regionales han ignorado durante mucho tiempo la interacción entre el cambio climático, la violencia comunitaria y el desplazamiento forzado de civiles.
«Los conflictos entre pastores y agricultores se han hecho habituales a medida que se pierden los medios de subsistencia, y las familias que dependen del lago emigran a otras zonas en busca de agua», señala el nuevo reporte del CSE.
«En la cuenca del Congo, las disputas comenzaron en 1960. La cuenca es testigo de crisis polifacéticas, como desplazamientos forzosos, conflictos violentos, inestabilidad política e impactos del cambio climático», determina.
Por otro lado, en la cuenca del Níger los conflictos se remontan a 1980, se remarca, y se culpa al cambio climático de los desacuerdos por «los daños a las tierras de cultivo y el acceso restringido al agua, mientras que en el Nilo, los desacuerdos comenzaron en torno a 2011 a raíz de la construcción de la presa del Gran Renacimiento por parte de Etiopía, que Egipto teme que afecte al caudal de agua».
Los conflictos por los recursos del lago Turkana son bastante recientes, y se remontan a 2016, cuando se observó que, con 90 % de su agua procedente del río Omo, en Etiopía, el aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones han contribuido al «retroceso» del lago hacia Kenia.
Para sobrevivir, las tribus de pastores etíopes empezaron a seguir el agua, lo que provocó conflictos intertribales con sus pares keniatas. La construcción de la presa etíope Gilgel Gibe III en el río solo empeoró las cosas.
El informe señala que, en 2020, se proyectaba que entre 75 y 250 millones de personas del continente estaban «expuestas a un mayor estrés hídrico» debido al cambio climático.
El documento advierte que, en algunos países, el rendimiento de la agricultura de secano podría disminuir hasta un 50 % debido a la desecación de las fuentes tradicionales de agua, como lagos, ríos y pozos.
«La forma en que África gestione sus recursos hídricos definirá la seguridad del agua en el mundo. Los acuíferos africanos contienen 0,66 millones de kilómetros cúbicos de agua. Esto es más de 100 veces los recursos anuales renovables de agua dulce almacenados en presas y ríos», remarca el estudio.
Como ejemplo está el ejemplo de Etiopía. Este país, conocido como la torre de agua del continente, se enfrenta al enorme reto de la desaparición de lagos y ríos.
África, el segundo continente más grande y poblado del mundo, alberga una cuarta parte de la fauna y la flora del planeta, pero la extinción de especies y la tasa general de pérdida de biodiversidad en el continente son mayores que en el resto del mundo.
Como resultado, del total de muertes por condiciones meteorológicas extremas, clima o estrés hídrico en el mundo en los últimos 50 años, 35 % de ellas se produjeron en África. Como era de esperar, además, África concentrará 40 % de las migraciones mundiales debidas al cambio climático.
«Aunque el Sur global soportará la carga máxima de la migración interna, las razones podrían variar de una región a otra, dependiendo de cuestiones relacionadas con el cambio climático como la escasez de agua o la subida del nivel del mar”, explica el informe. Sin embargo, alerta que “la escasez de agua será el principal motor de la migración total”.
Citando el ejemplo de los chimpancés, el Estado del Ambiente en África 2023 informa de que solo hay entre 1,05 y 2,05 millones de ejemplares de esta especie en el continente, limitados a Gabón, República Democrática del Congo y Camerún, mientras sus poblaciones que han desaparecido en Gambia, Burkina Faso, Benín y Togo.
En el lado positivo, afirma que los países africanos cuentan con algunos modelos de conservación pioneros que, entre otras cosas, sitúan a las comunidades en el centro de los esfuerzos de conservación.
Añade que si África protege su biodiversidad, el mundo entero también saldrá ganando. Las zonas protegidas del continente, si se utilizan de forma sostenible, pueden erradicar la pobreza y traer la paz, afirma.
Sudáfrica será la más afectada por los fenómenos meteorológicos extremos, que harán inhóspitas algunas zonas, donde ya hay personas que se ven obligadas a emigrar dentro de sus propios países o regiones en busca de condiciones de vida más hospitalarias y mejores, afirmó Sunita Narain, directora general del CSE, con su base principal en India.
Narain explicó los motivos del informe: «Hoy podemos leer y obtener la historia inmediata, pero a menudo no tenemos la visión de conjunto. El informe nos ayudará a tener esa visión de conjunto. Nos permitirá comprender los distintos aspectos del medio ambiente al ofrecer una visión global que aclare los vínculos entre el medio ambiente y el desarrollo. Medioambiente y desarrollo son dos caras de la misma moneda».
Añadió que el informe, elaborado con aportaciones de científicos y periodistas afincados en África, también ayudaba a la gente a apreciar el vínculo entre desarrollo y ambiente.
Según Mamo Boru Mamo, director de la Autoridad Nacional de Gestión Medioambiental de Kenia, las cuestiones planteadas en el informe son importantes y pertinentes para el medio ambiente en África.
Entre otras cosas, el Estado 2023 captó la difícil situación de las comunidades agropecuaria de África oriental, cuya migración de las zonas áridas y semiáridas del continente a los centros urbanos y fuera del continente ha aumentado en los últimos años, gracias en parte a la acelerada degradación del medio ambiente.
«El continente tiene la responsabilidad colectiva de gestionar el medio ambiente de forma sostenible, al tiempo que orienta la posición que debe adoptar África en la próxima COP28 de la ONU en Dubái», afirmó, en referencia a la 28 Conferencia de las Partes sobre cambio climático que acogerá ese emirato desde el 30 de noviembre.
Citando el «Estado provisional del clima mundial 2022» de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el funcionario keniata subrayó que en África oriental las precipitaciones han estado por debajo de la media durante cuatro estaciones húmedas consecutivas, la secuencia más prolongada en 40 años.
La región registró cinco estaciones lluviosas deficitarias consecutivas hasta finales de 2022, siendo la estación lluviosa de marzo a mayo de 2022 la más seca en más de 70 años para Etiopía, Kenia y Somalia, en parte debido a la destrucción del ambiente y al cambio climático.
En general, el informe confirma que la crisis climática en África es lo que califica como «un problema existencial», al que se enfrentan millones de personas que llevan años soportando una naturaleza airada.
Más de 100 periodistas, investigadores y expertos de toda África han contribuido a la elaboración de esta publicación anual.
T: MF / ED: EG - Fuente: IPS
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