Pasar de los 50 años no significa resignarse a los cambios inevitables del envejecimiento, sino que es una oportunidad para adoptar medidas proactivas en el cuidado de nuestra piel. La flacidez facial, si bien es un signo natural del paso del tiempo, puede ser manejada y atenuada con tratamientos, hábitos saludables y prevención adecuada. Para ello, también es importante comprender las causas y soluciones, hacer de la prevención una práctica diaria, y así poder enfrentar esta etapa de la vida con confianza, luciendo una tez radiante y rejuvenecida.
La piel es un lienzo delicado y vivaz que refleja nuestra historia, emociones y experiencias, y por supuesto, no es inmune al paso implacable del tiempo, lo que se manifiesta comúnmente en flacidez facial, sobre todo al pasar de los 50 años: “En esta etapa de la vida intervienen tanto los cambios hormonales (menopausia y menor producción de colágeno y eleastina) como el estilo de vida y los factores externos a los que hemos sido expuestas durante décadas. Haber fumado demasiado, no habernos hidratado suficientemente o vivir situaciones de estrés diario, no juega a nuestro favor”– nos explica Esperanza Sáenz, responsable de imagen de la firma sevillana NezeniCosmetics.
Las personas no somos todas iguales y tampoco la flacidez facial se presenta de la misma manera ni se manifiesta en las mismas áreas: “Notamos enseguida que la piel es menos firme al tacto, no la sentimos igual de tensa o elástica. Y las arrugas surgen con más facilidad y se ven más pronunciadas en zonas como la frente, los ojos o la boca. También los párpados, que se caen y pierden firmeza dando un aspecto de cansancio o tristeza, y otras áreas cercanas como pómulos y mejillas”.
Pasos a seguir para su prevención
Entre los aspectos que debemos tener en cuenta, muchos están asociados a cambios en el estilo de vida, tales como erradicar el tabaco y el alcohol, manejar el estrés en la medida que podamos, hacer ejercicio regular, tener un buen descanso nocturno, o seguir una dieta equilibrada y rica en antioxidantes, vitaminas y minerales que incluya frutas, verduras, frutos secos y pescados azules principalmente, teniendo muy en cuenta su propoción de ácidos grasos Omega-3.
Soluciones y tratamientos
Rutina de cuidados en casa: Incluye limpieza, exfoliación, hidratación profunda y aplicación de productos con ingredientes activos reafirmanes con cremas y serums que contengan retinoides, péptidos y antioxidantes, lo cuáles reafirman y rejuvenecen la piel.
Protegerse del sol: El daño solar acumulativo acelera el proceso de envejecimiento y favorece que se caiga la piel, por lo que debemos optar por protectores solares 50+ de amplio espectro.
Masajes faciales: Deben ser regulares, no sólo cuando nos acordemos, y hacerlos con los dedos después de aplicar el serum y la crema, para estimular la circulación de la zona.
Terapias no invasivas: Olvídate de pasar por quirófano y tener largos periodos de recuperación que te impiden seguir con tu vida, técnicas como la radiofrecuencia pueden ser la solución a los problemas de flacidez facial, ya que utiliza ondas de radio para generar calor, adentrándose en las capas más profundas de la piel sin dañar la superficie. También los ultrasonidos focalizados, que estimulan la producción de colágeno para una piel más firme y tonificada en el área tratada.
Mesoterapia: Se trata de microinyecciones de sustancias naturales como vitaminas, minerales y aminoácidos en la dermis, para rejuvenecer la piel desde dentro y rehidratar las células, dando lugar a resultados más duraderos. Las sesiones son cortas y nada molestas.
Láser: Una tecnología que emite pulsos concentrados de luz para penetrar en las capas dérmicas y ayudando a la regeneración de la piel. Su principal ventaja es la precisión, pudiéndose dirigir a zonas muy específicas.
Rellenos con ácido hialurónico: Se inyectan directamente en la piel con el objetivo de rellenar arrugas, surcos y áreas hundidas, proporcionando una apariencia más joven y revitalizada. Si bien es minimamente invasiva, no impide la actividad diaria.
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