En la película Gravity (2013) la protagonista Stone es una operadora espacial cuya vida está llena de sufrimiento por la muerte de su hija, desde que pasó su vida fue un infierno, del que se distrae trabajando y haciendo kilómetros en coche. En un accidente, un compañero queda perdido en el espacio, con el que ella habla por radio hasta que se le acaba el oxígeno a él, y ella consigue llegar a una estación espacial también deteriorada. En una situación límite, se deja llevar por la resignación a una muerte segura, y apaga el suministro de oxígeno de la cabina. Cuando va perdiendo el conocimiento, su compañero difunto aparece afuera y entra en la cápsula. La critica por renunciar, le dice que use los cohetes de aterrizaje de la Soyuz para propulsar la cápsula hacia la estación internacional Tiangong. Es un diálogo lleno de esperanza en el que él le plantea a ella que es duro lo que le pasó de perder la hija, pero que puede luchar y seguir adelante: “disfruta del viaje, tienes que pisar fuerte y empezar a vivir la vida”. Ella despierta y se da cuenta de que aquello no ha sido algo real sino un sueño, pero le da fuerza y voluntad para vivir y hace lo que en el sueño le ha dicho él. Y sigue adelante.
Me contaba un amigo que justo la noche antes del día que iba a salir de una institución religiosa en la que estaba unido, tuvo un sueño de su madre, que murió algún año antes. Soñó que su madre le decía que no lo hiciera. Decidió quedarse. Al cabo de un tiempo, su hermana, que estaba al caso de todo, le explicó que antes de morir su madre le dijo a ella que ofrecía su vida por la perseverancia de su hijo en ese camino religioso, pero que prefería no decirle nada para no interferir en su libertad… Él agradeció saber el deseo de su madre, que no pudo comunicarle en vida ni a través de su hermana, pero que le comunicó en sueños la noche antes de irse de aquella institución.
He oído de gente que vieron a una persona después de su muerte con quien tenían algo pendiente, y que después de arreglar esa desavenencia dejaron de verle, dándoles una sensación de paz.
Hay quien ve por la calle a la persona amada que se perdió, y hay la tendencia a seguirla. En el corto de Isabel Coixet Bastille (2006), donde se ve como una persona se vuelve a enamorar de su mujer cuando ella está al final de su vida, por una enfermedad terminal, y cuando ella se va, él se queda con una pena y la va viendo en las mujeres parecidas que se encuentra en la calle. La ilusión va recreando su presencia en su mente. De muchas maneras, parece que una voz de la persona amada dice que “no me he ido, siempre estaré contigo”…, o la sensación de su presencia anima a quien queda vivo, en los momentos de dificultad le anima este pensamiento: una entrevista de trabajo, o cualquier dificultad.
También Elisabeth Kubler-Ross contaba de un niño al que murió su abuelo, y su padre lo encontró un día hablando. El niño dijo que hablaba con su abuelo. El padre le dijo que estaba en el cielo. Él respondió: “acaba de pasar por aquí y me ha dicho que me echa mucho en falta. Me ha dicho que te dijera que está bien y que ya no tiene cáncer”.
Frank y Margaret estaban muy unidos en su matrimonio. Cuando ella enfermó de cáncer terminal, se despedía del marido, le dijo: “me iré pronto. Y finalmente estoy de acuerdo”. Frank respondió: “¿por qué?” Margaret: “me han dicho que allí estaré contigo que me esperas”. No es posible estar en dos sitios, pensaron… pero donde no hay tiempo, puede haber una percepción distinta de nuestro tiempo. El tiempo es algo misterioso, sobre todo cuando se sale de estas dimensiones, pues en la eternidad no hay tiempo…
Un niño que murió en un accidente de coche, se le apareció a su padre y le contaba que allí estaba tan bien, mucho mejor que en casa, y que allí había estado con su hermano, y le dice al padre: “me quería mucho, y también os quería a ti y a mamá. Pero ¿cómo es que he podido ver a alguien que decía que era mi hermano? Yo no tengo ningún hermano”. Entonces el padre le contó: “tenías un hermano, que murió antes de que nacieras. Te lo queríamos explicar cuando fueras más mayor”.
Es normal a una madre hablar a un hijo que no ha nacido aún y que lleva en su vientre, y en realidad es muy importante este tiempo que va configurando al bebé, las palabras de su madre y sus emociones y palabras. Sin embargo, hay personas que dicen que no es un ser humano el feto. De la misma forma, imagino que nos extraña hablar a un difunto, cuando intuimos que, aunque está en otra dimensión, en realidad no ha dejado de estar en contacto con nosotros. Que si hay un trauma, podemos arreglarlo y resolver “asuntos pendientes”, que siempre podemos hablar con ellos.
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