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Las 4 etapas del liderazgo

La segunda etapa es muy típica en perfiles técnicos que asumen funciones de liderazgo
César Piqueras
jueves, 9 de junio de 2016, 08:50 h (CET)
El liderazgo es un proceso, no un acto puntual. Una persona no pasa de tener poco impacto en los demás a tener una gran influencia de un día para otro, hace falta una evolución y sobretodo el paso necesario por las 4 etapas del liderazgo…

Cuando analizamos a los distintos tipos de líderes que tienen impacto, nos damos cuenta de qué tipo de pasos han seguido para llegar hasta allí, qué distintas fases han tenido que pasar y cuál ha sido su evolución. Este modelo nos ayuda a contextualizar el lugar en el que una persona se encuentra y cuáles serían los siguientes pasos a realizar para mejorar su capacidad de liderazgo.

Las 4 etapas del liderazgo
Etapa I. Depender de otras personas

En la primera etapa, existe una dependencia muy alta de los demás. En esta etapa las personas muestran competencia en una parte del proyecto, pero se centran en tareas minuciosas y rutinarias. Se puede confiar en ellos para que cumplan a tiempo y en calidad lo que requiere el presupuesto, pero su potencial de liderazgo no está siendo aprovechado.

Esta es una etapa muy temprana en la que los individuos todavía no han asumido su rol como líderes y por lo tanto aunque en su tarjeta ponga “coordinador”, “responsable” o “director”, su contribución como líderes es muy baja.

Es la etapa típica de una persona cuando empieza a asumir su primer rol de dirección de equipos. Como el enfoque es el de la dependencia no exhiben cualidades de liderazgo. En realidad son personas lideradas, no lideran. Se ha demostrado que algunas personas nunca salen de esta etapa.

Etapa II: Contribución individual e independiente
Cuando ya hemos pasado la primera etapa empezamos a asumir nuestro papel como líderes o coordinadores de un proyecto. En ese momento empezamos a contribuir al mismo de forma individual e independiente, dando lo mejor de nosotros, pero sin conseguir que las personas sean las protagonistas del trabajo, sino siendo nosotros los ejecutores.

Muchas personas se quedan estancadas en su rol técnico y tratan de solucionar los problemas por ellos mismos, sin dar la autonomía y ofrecer las posibilidades de desarrollo necesarias a sus colaboradores.

Para ser un líder extraordinario hay que pasar por esta etapa, contar con un conjunto de capacidades personales que te hagan resolver el proyecto o el desafío es importante para ganarse la credibilidad del grupo y convertirse en alguien de referencia para este.

En esta etapa se desarrolla la confianza en uno mismo y la seguridad para afrontar futuras situaciones.

Etapa III. Contribución a través de los demás
Si hemos pasado por las etapas I y II, entonces nos adentramos en la etapa en la cual conseguimos resultados a través de las personas. Sin embargo muchas personas que ostentan el título de “Coordinador” todavía no han llegado hasta aquí. Los que llegan a esta etapa ya han asumido plenamente su rol como “directores de orquesta” y consiguen salir un poco de la operativa del día a día para centrarse en la dirección de personas, en la planificación, y en la tutorización del trabajo de otros.

Los que se encuentran en esta etapa logran resultados positivos en la medida en la que trabajan para servir a los demás a que se sean mejores. Producen impactos positivos en sus organizaciones a través de los consejos y el asesoramiento que ofrecen:

Dirigiendo a un equipo.
Resolviendo conflictos internos.
Ayudando a superar dificultades.
Tomando decisiones para el mejor funcionamiento del equipo.

Etapa IV: Liderazgo a través de una visión
Como se puede imaginar la etapa IV es la que más impacto provoca, porque en ella ya existe un componente muy efectivo: El Liderazgo Visionario (aquí puedes leer más).

En realidad un pequeño número de personas supera la tercera etapa y se convierten en este tipo de líderes. Los estudios nos demuestran que tan sólo un 5 por ciento de los líderes alcanza este tipo de desarrollo.

Estos líderes dan forma a la dirección que la organización o el departamento deben tomar, reforzando la necesidad permanente de alcanzar la excelencia técnica en lo que se hace.
Identifican los problemas y los ayudan a resolver con rapidez y determinación, especialmente cuando hay otros departamentos de la propia compañía involucrados.
Comunican la importancia de pensar de forma crítica y profunda en todos los puestos de trabajo que dirige. Alienta a las personas a ir más allá a plantearse las razones profundas por las cuáles ocurren las cosas.
Crean una visión global para su equipo, departamento o empresa y la promueven, siendo abanderados del cambio.
Ejercen una fuerte influencia en la toma de decisiones en la empresa, una influencia que muchas veces va más allá de su propio departamento o equipo, son preguntados a menudo sobre las decisiones a tomar.
Comunican los indicadores clave del rendimiento que darán el éxito al equipo.
Abanderan esfuerzos para aumentar la productividad del equipo.
Impulsan a las personas y les contagian visión y pasión, inspirándoles para ser su mejor versión.

Como puedes imaginar, necesitamos más líderes en esta etapa de liderazgo. Es cuestión de empezar a desarrollar a los que dirigen la organización y sus departamentos para lograr que aporten mucho más, garantizando así el crecimiento de la empresa.

El futuro de nuestras empresas depende de ello.

Que tengas un gran día.

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