Al padre Oswaldo Tijerino Guerrero, con mucho afecto
Recién en un mi escrito sobre un personaje de carácter nacional, lo titule “Líder en un país de poetas”, y es que en mi Nicaragua bien un literato como Estefan Baciu, esta se mide en versos, en poetas o en libros de poesía; así en su tiempo se refería a la vigencia del trío de oro en la poesía, compuesto por Alfonso Cortez quien se volvió loco; de Salomón de la Selva quien vivía retraído al estar viviendo en Méjico hasta su muerte en Francia, y del padre Azarias H. Pallais quien viviendo en Nicaragua, se autoexilio al estar en Bélgica en “Brujas de Flandes” ciudad de sus sueños, y después al venir, murió en León el 6 de septiembre de 1954.
En su época, en los países de América Latina el padre Pallais de hecho como poeta y eminente hombre destacado en la historia de la literatura no fue conocido, en parte por su humildad, así por no interesarle promoverse y comercializarse, a pesar que como poeta fue grande y cuya obra es muy estimable en cuanto a calidad y preciosidad; misma que fue observada por nuestro gran Rubén Darío previo morir cuando tuvo oportunidad de conocerle, e indicar que sus versos eran o tenían una voz diferente y distinguida. Al morir Rubén, el Padre Pallais pronuncio un memorable discurso confesando que el tema aún estoy pendiente de entenderle. En ese entonces el padre Pallais cifraba apenas 30 años y ya la revolución de las temáticas abordadas eran además de notables, de mucha filosofía y porque no decirlo no fáciles de comprenderlas.
Pallais vivió de manera humilde sin pizca de ostentación alguna, incluso expresándolo claramente en su poesía, el tema de la pobreza la hermano con la miseria y con los desventurados. Su cultura sobresalía y se hacía notar en la excelencia de su buena oratoria, muy ducha en el manejo de sus amplios conocimientos, resaltando lo relacionado a la doctrina de la Iglesia Católica. Poco se relacionó con los detentadores de riquezas y poseedores del poder. Prefirió vivir y pasar relacionándose con los humildes y pobres. En la ciudad de Corinto donde fue párroco durante los últimos años de su vida, el pueblo mucho le querían. Su autoridad, su ética, su carisma como hombre bueno, ante su plena sensibilidad de amor cristiano por la realidad de las múltiples necesidades propio de un sistema de pobreza que le rodeaba, le hacía ser considerado como un santo, sin dejar de sobresalir ser tratado y conocido como un poeta soñador. Notoria era su figura física, por su altura, flaco con su sotana raída.
Lo anterior hizo afirmar a Ernesto Cardenal “que como místico era un verdadero andariego saltimbanqui de Cristo ante las inquietudes y posiciones humanas evidenciadas”. Ramón Romero indicó “que bastaba estar frente a él para saber que estábamos delante de uno con la gracia de Dios, que tenía la virtud de sentir el dolor al meditar de cosas metafísicas”.Su espíritu era apasionado en la solución del dolor que la realidad mostraba ante tanta pobreza y las consecuencias que de ella se derivaban. Pablo Antonio Cuadra afirmaba que como poeta era un clásico especial milagroso ya que ligado al clasismo su obra la relaciono con el medio ambiente en que vivió.“Que era un revolucionario combatiente del ejército de Dios”.Como Darío, no le agradaban los médicos. A los sabios petulantes los consideraba “sabihondos”. Cuando murió el prestigioso y más importante Diario de nuestra Nación, La Prensa, a ocho columnas en primera página lo declaro duelo nacional al considerarlo como pérdida de lo mejor de las letras nicaragüense, ser un personaje humilde y santo del pueblo. Como poeta y como intelectual era muy original.
ENTIERRO DE POBRE
Entierro de pobre, ya sabes, amigo. No quiero que vengan los otros conmigo. Los otros, aquellos del otro camino, los que me dijeron: es agua tu vino. Los que sacudieron mi rama florida. Para tejer burlas, en charlas subida. Entierro de pobre, ya sabes, amigo. Sin flores horribles de trapo, contigo, y mis cuatro hermanos bellos, silenciosos, sin esa etiqueta, sin esos curiosos, sin los obligados que dicen: debía venir al entierro y en charla vacía, prosiguen narrando su gracioso cuento. Entierro de pobre. Mi acompañamiento será de pocos. La misa temprano, de aquel padre Valle, canto gregoriano, en iglesia pobre y un solo cantor misa verdadera de Nuestro Señor. También te suplico, me libres, hermano, del insulto magno. Al diario profano, que a diario blasfema, dile, que no es cierto, que quién le ha contado que me hubiese muerto que estoy bueno y sano y así no dirán sus majaderías de parrampamplán: noble, generoso, digno, caballero, ciudadano probo, patriota sincero, de firme carácter, hombre superior...: y otros disparates del mismo color. Acuérdate hermano de todos aquellos versos de mis libros, silenciosos, bellos. Del "Agua Encantada" de estos mis "Caminos" que son el consuelo de los peregrinos, de "Espumas y Estrellas:, del "Libro Menor" que a todos encanta por su buen olor. Entierro de pobre, ya sabes, amigo. No quiero que vengan los otros conmigo.
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