Les ha costado llegar pero ha sido hacerlo y besar el santo, como se suele decir. Mucho han tardado Alejandro Galán y Juan Lebrón en tocar una final de Premier Padel este año, no habiéndolo conseguido hasta aquí, en Milán, última parada de 2023, pero su desembarco en la histórica y artística ciudad ha sido magnífico.
Vaya por delante que contar un partido como el vivido este domingo es complicado, mucho, y que por más palabras que manejemos todo se queda corto ante la irrupción de los cuatro protagonistas de nuestro relato, los dos ya mencionados además de Franco Stupaczuk y Martín Di Nenno.
Porque los cuatro, sin menospreciar a ninguno, vivieron una batalla histórica, tremenda, colosal, haciendo vibrar al público presente y a los que, tras una pantalla, vivíamos cada punto en las tres horas con que nos deleitaron. Porque cada minuto fue un placer, un espectáculo por el que merece la pena pagar una entrada, una oda al pádel, a la táctica y al aguante. ¿Lo malo? Que no pudieron llevarse la victoria los cuatro.
Los números 1 demostraron su condición, pero los 'Súper Pibes' no se vinieron abajo en ningún momento, ni marchando por debajo en el luminoso, ni sabiendo que por físico estaban algo más comprometidos que los españoles, ni por altura, ni por potencia de fuego aéreo, usaron sus armas a la perfección y llevaron la final a una dimensión pocas veces vista, y el público se lo recompensó.
Esta era la final que tanto se quería ver a principios de año y hemos tenido que llegar hasta diciembre para verla en su plenitud (y eso que Lebrón todavía no está recuperado del todo y que en la pareja acechan los rumores de separación), con cuatro colosos que hicieron de todo y todo bien: bandejas, remates en paralelo, x3 y x4, voleas con peso al fondo, víboras, recuperaciones desde fuera de la pista, defensa total...idas y vueltas constantes de un partido en el que también los dos entrenadores jugaron mucho, movieron su laboratorio y crearon estadios diferentes en un mismo escenario.
Cuatro trabajadores estajanovistas que no rehuyeron un solo enfrentamiento de un choque que amaneció con los españoles pidiendo constantemente altura de saque en el servicio de Di Nenno, que por el camino tuvo que recurrir a la revisión de vídeo más de tres y cuatro veces y que concluyó de la manera más cruel posible, con Stupa y Di Nenno intentando volear a la vez y enviando la pelota a la red.
Por el camino, no uno ni dos, sino tres tie breaks, protagonistas también del partido, pues fueron la única condición que separó a vencedores y vencidos tras tener ambas parejas oportunidades para cerrar los parciales antes, primero Galán y Lebrón en el set inicial (tras estar 6-3 en el tie breeak y ver cómo Martín y Franco les empataban a 6), luego los argentinos; después de nuevo los españoles con saque para ganar en el segundo y tres bolas de partido (todas desaprovechadas) y finalmente los chicos de Carlos Pozzoni tras igualar por enésima vez el marcador, ponerse por delante y desaprovechar la ventaja al tiempo que Galán emergía con su poderío aéreo para hacerse el dueño de la pista.
Todo ello con un Martín Di Nenno al que las piernas cada vez le respondían menos y precisaba de apoyarse en un compañero que corría y volaba, obstaculizando los ataques de magia y locura de Lebrón, mirando y encendiendo al público, y la cobertura de espacios de un Galán que cada vez estaba más prendido.
Un largometraje en el que vencieron los españoles por 7-6, 6-7 y 7-6, haciéndose con su quinto título de la temporada (y eso que habían estado muchos meses en blanco y habían perdido el nº1 en World Padel Tour), el primero en Premier este año y también el quinto desde septiembre, en un final de temporada para enmarcar.
Con este empujón llegan al Master y Allí puede pasar cualquier cosa. Milán les ha despedido con un abrazo que dice muchas cosas, con sensación de dueto infranqueable pero también con algo de aroma a despedida, algo que se viene barruntando en el ambiente. Lo que está claro es que se han ganado el derecho a decidir y a pelear por todo.
|