El BCE y el Banco de Inglaterra han continuado firmes, manteniendo un tono agresivo en sus últimas reuniones del año y resistiendo la tentación de seguir a la Reserva Federal en un giro pesimista.
Una vez más, los bancos centrales europeos tardan en reaccionar. Hace dos años, retrasaron demasiado su lucha contra la alta inflación. Ahora, corren el riesgo de infligir el severo dolor de unos tipos restrictivos a sus economías, ya estancadas.
Es cierto que la preocupación por la inflación no ha desaparecido, y los bancos centrales europeos no quieren que se les considere complacientes. El Banco de Inglaterra se enfrenta a una inflación subyacente rígida y a una inflación salarial alarmantemente elevada, con limitaciones de la oferta que probablemente apoyen las presiones sobre los precios.
En la zona euro, la inflación ha disminuido recientemente más deprisa de lo previsto, pero sigue situándose por encima del objetivo. Las previsiones de los expertos del BCE muestran que la inflación subyacente se mantendrá ligeramente por encima del objetivo al final de su horizonte de previsión en 2026, lo que ha llevado al BCE a reiterar su mantra de "suficientemente restrictivo" durante "un periodo suficientemente largo".
Aunque el Banco de Inglaterra ha mantenido su sesgo restrictivo y el BCE ha hecho hincapié en la dependencia de los datos, el riesgo es que los bancos centrales ya hayan endurecido en exceso las condiciones monetarias.
-------------- Comentario económico de Silvia Dall'Angelo, Economista Senior de Federated Hermes Limited
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