Estupefacto quedó el “ejército” de Podemos y el mismísimo Pablo Iglesias cuando no daban crédito a la pérdida de un millón de votos que, por arte de magia, había desaparecido de su talego de votos el pasado 26-J.
Y ahí andan sus jefes, que son demasiados cuando se amontonan en los escenarios para arengar a sus seguidores, entre cantos, sonrisas, corazones y poesía, analizando los resultados a fin de, si es necesario, arrancar las malas hierbas que dificultan el denso amorío entre los que ponen la cara y los que otorgan el voto.
Y todavía, cuando ya han pasado algunos días del vaticinio de las urnas, parece que no han dado con la solución que, algunos de sus seguidores, la enmarcan en la postura de los yayos, yeyos, abuelos, ancianos y personal que depende de una pensión y que, según denuncian en las redes sociales, son los culpables del batacazo electoral; es por ello que los más atrevidos, a través del anonimato lluvioso de twiters vienen solicitando más o menos que sean “gaseados” los viejetes.
Otros más atrevidos culpan a Izquierda Unida, o sea, al PCE, de ser la traidora máxima porque su vieja guardia, otra vez los viejos, han demostrado una vez más que ellos son lo que son y se sienten muy orgullosos de serlo.
Lo que muy pocos dicen es, que gran parte de los que se disponían al asalto metafórico de los cielos, salieron muy defraudados de los vaivenes ideológicos de Pablo Iglesias y de ciertas declaraciones de su amigo Monedero, ya saben, el señor que dijo que en las listas electorales “iban muchos jueces y guardias civiles para meter en el trullo a tanto corrupto diseminado por los páramos españoles”.
Lo que nadie dice es que Iglesias, Pablo Manuel, cambia de color más que un camaleón y que de aquello de ser un movimiento popular anticapitalista y primo hermano de Txipras hasta confesarse un moderado socialdemócrata nórdico, al tiempo que lloraba por amor con la presencia de Julio Anguita por tierras de Córdoba mientras incorporaba al ex Teniente General de cuatro estrellas Julio Rodríguez, ex jefe de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire en tiempos de la Chacón, y por todo ello y un par de cosas más, un millón de sus votantes se han quedado en casa o han largado su voto al PSOE y algunos, que de todo hay en la viña del Señor, por miedo al Breixit se lo han prestado temporalmente a Rajoy.
Pues eso, que dimitan los culpables.
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