El lunes 28 de enero de 1935, tropas al mando del Coronel Rafael Franco ocuparon la ciudad boliviana de Macharetí, donde fue izada la bandera paraguaya, en un mástil junto a la iglesia. Los oficiales paraguayos degustaron allí novillos, lechones y pollos decomisados a los bolivianos.
La ocupación de esta localidad y de Boyuibé, obedecían al plan de Franco, quien buscaba cortar la comunicación entre Villa Montes y Santa Cruz de la Sierra. Habían caído en poder como en un efecto dominó, en esas fechas, Tiguipa, Timboy y Ñancorainza. Pocos días después sería ocupada Tarairi, distante apenas unos veinte kilómetros de Villa Montes.
Franco sugirió entonces seguir el avance hacia Camiri, para dejar a Villa Montes sin provisión de gasolina.
El general Estigarribia, nombrado por el establishment, no atendió las razones de Franco y decidió atacar de inmediato Villa Montes, solicitando a Franco una división y restando fuerzas a su avance. De Machareti, los paraguayos trajeron como trofeo las campanas de la iglesia, devueltas en fechas recientes.
Al día siguiente, el 29 de Enero de 1935, las tropas del Segundo Cuerpo de Ejército paraguayo llegaron a Carapiri, serranías próximas a Boyuibé, dentro de la zona petrolífera y apenas a 18 kilómetros de Camiri.
Las tropas de Rafael Franco se aproximaban, por esas fechas, al lugar donde se refinaba el petróleo boliviano. Las tropas paraguayas se habían desplegado de Boyuibé a Villa Montes, alcanzando Ñaincoranza.
Al norte, en dirección al Parapití, amenazaban ahora la zona petrolífera al alcanzar Carapari. Los personeros de empresas petroleras, enquistados en los gobiernos de ambos países beligerantes, redoblaron sus esfuerzos por tapar el sol con un dedo.
A nadie sorprendería que una guerra en la que a cada victoria seguía un armisticio inexplicable, termine con el petróleo a merced de los paraguayos, luego de un nuevo triunfo en Ingavi.
No importan las causas invisibles de una guerra, la matanza no tuvo motivos, enseña la historia disecada y estéril. LAW
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