El filósofo alemán Knigge, en su libro Sobre egoísmo y gratitud del año 1796, establece que el sentido común ha de dirigir la conducta humana. Escribe que “Cada persona vale tanto en este mundo como ella misma se hace valer”. En efecto, los méritos de las personas son algo objetivable y cuantificable.
La acumulación de acciones, decisiones y esfuerzos producen unos resultados que son innegables, si se piensa a corto, medio y largo plazo. En la sociedad digital del siglo XXI parece que todo da igual para muchas personas, pero no es cierto. Esto no significa que cada individuo deba considerarse superior a los demás, pero sí que debe ser consciente de sus méritos y logros. Frente a la mediocridad, que es lo habitual en todas las épocas y también en la presente, es absolutamente imprescindible manifestar, que los resultados de la tenacidad y la perseverancia son muy importantes y de muy alto valor y no pueden ser objeto de infravaloración o desprecio, como frecuentemente sucede por ignorancia y malevolencia.
Los grandes artistas, creadores, filósofos, científicos y escritores lo han sido por sus obras o producciones, en definitiva, por sus resultados. Por otra parte, no es lo mismo pintar un cuadro que 800 cuadros. No es igual escribir y publicar un artículo que escribir más de 1.100 artículos que equivalen, si se recopilan, a 11 libros. Tampoco es comparable realizar y publicar 2 videos que, por ejemplo, elaborar y publicar más de 7.000 videos. No es lo mismo impartir clases durante más de 30 años que durante un año, etcétera. Pero, para una parte de la gente, es como si diera todo igual y no existieran diferencias, cuando realmente existen y son muy claras y además son demostrables objetivamente.
La envidia y el egoísmo están en la base del intento de no reconocer los méritos y logros objetivos de los demás, especialmente porque ellos mismos no los han conseguido. De este modo, lo más fácil es intentar menospreciar lo conseguido por otras personas, para no sentirse superados en su autoestima, por lo no logrado en comparación.
Además, sucede que existen oportunidades y espacios para todos, en el ámbito de la creación, y todo depende del esfuerzo y la constancia en las actividades creativas. Aunque vivamos en un mundo muy competitivo esto no significa que los éxitos y los grandes logros no estén al alcance de cualquiera, que se lo proponga y sea perseverante. Se trata de que los sujetos desarrollen todas las capacidades y talentos al máximo, sin límites de ninguna clase. Los méritos académicos, como ser doctor, se consiguen con dedicación, inteligencia y tenacidad. Realmente, solo un 3% de la población es creativa y la inmensa mayoría restante no lo es.
Como se puede observar, se debe pagar un precio por la excelencia, que es el esfuerzo. Mucha gente no está dispuesta a pagarlo, pero luego quieren disminuir la importancia de lo logrado a los sujetos que son creativos, en los distintos ámbitos de la creación. El ejercicio del talento creativo es esencial, en la vida real de las personas. También es preciso poner de manifiesto, que no hace falta ser un gran genio o un premio Nobel, para que la persona sea reconocida por sus méritos, sus resultados y su producción creativa en forma de libros, artículos, audios, videos, etcétera.
La envidia, la maldad y la ignorancia explican las actitudes que pretenden negar, sin conseguirlo, los méritos objetivos cuantificables de los demás, ya que la verdad y los datos hablan por sí solos, por mucho que algunos no quieran aceptarlo.
Vivimos en la sociedad de la mediocridad, del consumismo, del espectáculo y de la aceleración creciente. Para una considerable parte de la gente, lo único importante es la diversión continua y la cultura y la creación no son algo prioritario, sino todo lo contrario, algo prescindible. Abundan las vidas superficiales, con actitudes de puro disfrute material, sin más aspiraciones ni ambiciones. Es cierto que la comodidad y los placeres materiales son importantes en la existencia, pero también lo son las actividades creativas, ya que potencian el desarrollo personal, de un modo increíble.
Sacar todo el rendimiento posible al talento personal es uno de los objetivos vitales, que encaja perfectamente con perseguir nuestros sueños para alcanzarlos, en la medida de nuestras posibilidades y en el nivel o grado que sea. De eso se trata y también de disfrutar del proceso y de los resultados derivados del mismo. Es tomarse la vida como una gran aventura, para sentirnos más plenos y felices. Solo disponemos de una existencia, por tanto, debemos aprovecharla, para hacer grandes cosas y a la vez ser lo más felices que podamos. Las dos cosas se pueden conseguir a la vez, no son incompatibles, al contrario, van de la mano.
Muchas personas, desgraciadamente, se arrepienten al final de sus vidas de no haber hecho lo que han deseado o querido. Siempre se está a tiempo para cambiar el rumbo de la vida, con el propósito de aspirar a todo y vivir plenamente, en todos los sentidos pensables e imaginables.
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