Parece ser que el “día internacional de la vida” se celebra a escala mundial el 25 de marzo. En Madrid se ha anticipado. La plataforma “Sí a la vida” ha decidido celebrarla este domingo con una manifestación en Madrid.
Soy muy poco afecto a las manifestaciones y a la celebración del “día de…” Creo que las manifestaciones forman parte de un deseo colectivo, amparado en la multitud, que después no se cumple con las actitudes en privado de los asistentes. Estos consideran que han cumplido con gritar detrás de las pancartas en un esfuerzo colectivo que no se corresponde con su compromiso personal. En lo referente al “día de”, estimo que se trata de adormecer nuestras conciencias, dedicándole este día al “cumploymiento”, con el objeto de hacer presente ese reconocimiento en un día del año y olvidarlo después los otros 364 días. Es como querer a todo el mundo el día de Navidad, felicitándoles efusivamente, y después convertirse en una especie de ogro el resto del año. Soy de la opinión de que nuestro paso por la vida debe estar subrayado por determinaciones constantes y actitudes atemporales. El sí a la vida se cimenta en una firme convicción de defender la vida desde que esta nace en el óvulo fecundado, hasta el momento final en el que nuestra existencia se extingue de una forma natural. Pero rizando más el rizo, creo que se trata de una buena noticia el que decidamos decir “sí a la vida de los demás”. Empezando por el prójimo-próximo. Ese que deambula por nuestro metro cuadrado. Y continuando por aquellos a los que una sonrisa o un apoyo explícito, les permiten superar los problemas que les producen una sociedad hostil e individualista. No se trata de asistir al partido de la vida en forma de espectador. Ni siquiera de hincha acérrimo. Se trata de jugarla de forma colectiva, durante todos los partidos y en la medida de nuestras capacidades. Creo que así la vida se convertirá en una aventura deliciosa, vacía de aspavientos y llena de pequeños detalles, que te harán feliz a ti y a cuantos te rodean. Hoy me ha cogido la vena filosófica.
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