Las primeras lágrimas llegaron a París. Mi hijo lloraba su retraso al trabajo. El fallo de un despertador le salvó. Su madre y yo lo abrazamos desde la distancia. Su pequeña habitación y un silencio sin respuestas le acompañaron en Madrid.
Después de 20 años muchas personas humildes, en el silencio de la noche, siguen preguntándose: ¿Por qué?
Si el 11-M fue organizado por Al Qaeda, con “una logística instrumentada por la red de mezquitas, el clero wahabí y la obediencia coránica”, ¿dónde están las autoridades religiosas islámicas que no lo condenaron en todas y cada una de las mezquitas del mundo, en todos y cada uno de los medios de comunicación del planeta?Los silencios también colaboran…
Si el 11-M fue una tragedia nacional que, simplemente, hablaba de horror y de dolor humilde y pobre, ¿por qué la digestión posterior se convirtió, solamente, en odios interesados?; ¿por qué, inmediatamente, aparecieron, como siempre, los “salvadores” con el dedo condenatorio dirigido a sus opositores políticos?
Si el 11-M fue el retrato de la inseguridad de todos ¿a quién en estos años le ha interesado distanciar a las víctimas y crear “grupitos” de influencias?
Soy aficionado a las tertulias y comentarios, tanto televisivos como radiofónicos. Siempre tratan temas de “actualidad”, “casualmente” con intereses económicos en la trastienda. ¿Por qué no se publica una antología que contenga todo lo que se dijo en esos momentos?
Nos sorprendería la cantidad de “sabios” que aparecieron como “salvadores” y que después no fueron capaces de vislumbrar el futuro a diez años vista. Sabios de memoria débil que estamparon en su curriculum “que eran unos cuantos españoles los culpables” y ganaron “muchos puestos” separando, dividiendo y pidiendo paciencia a los muertos, tullidos y huérfanos.
La historia pondrá a cada uno su epitafio. Por si acaso no lo veo, éste sería interesante y muy apropiado: “El que se sube al carro ya no se quiere bajar, le tienen que tirar: ¡con lo bien que se va en el carro! ¿Seré yo uno de ellos?
11-M, ¡Un abrazo, con las lágrimas de mi hijo!
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