En España, aunque no se airee mucho y no se publique en los medios sociales existe entre las autoridades y de forma especial entre los educadores, también entre los ciudadanos, una gran preocupación por el aumento desmesurado de suicidios entre jóvenes adolescentes y niños.
Posiblemente el motivo por el cual se restringen o se censuran estos informes sea no dar pábulo para que otros niños o jóvenes lleguen a tan nefasta solución, pero el hecho es que ocurren, se divulguen o no, y habría que ponerle remedio. La Universidad Complutense, según el informe que ha llevado a cabo, manifiesta que desde 2018 existe una tendencia creciente entre jóvenes adolescentes que es preocupante por su aumento exponencial. En estas fechas y desde hace bastante tiempo atrás esta funesta causa de muerte es la primera entre jóvenes y adolescentes entre 12 y 19 años y su número va en aumento. Esta aciaga forma de morir es la primera de todas, como hemos dicho. Supera a los accidentes de tráfico, y estos son muchos, a pesar de su considerable magnitud considerable. (Quien lo desee puede consultar en GOOGLE ambas cantidades).
En 2022 perecieron por este motivo 75 criaturas lo que supuso un aumento del 41, 5% más que en año 2021. ¿Nos quedamos inertes ante esta monstruosa cifra? Decimos ¿allá se las apañen los jóvenes? ¿Es posible que en una sociedad en la que se puede conseguir cualquier cosa casi sin esfuerzo, se den estas cifras tan altas de suicidios? Cuando era docente traté precisamente con jóvenes adolescentes pues daba clases de F.P., con todas las virtudes y defectos de la juventud, pero eran muchachos con ilusiones, ganas de vivir, de reunirse en grupos o pandillas para divertirse, para pasarlo bien. ¿Qué les ocurre a nuestros jóvenes?
Posiblemente una de las causas sea lo que he enunciado más arriba, que pueden conseguir casi todo, por no decir todo, sin esfuerzo alguno. Se les está proporcionando una vida muy muelle, muy cómoda. El nivel de exigencia se ha igualado, sí, poniendo el listón lo más bajo posible, casi a ras de suelo, de forma tal que un alumno puede cambiar de curso sin tener todas las asignaturas del anterior aprobadas.
Se les ha acostumbrado a que no respeten la autoridad. Este principio está casi desaparecido. Se le ha inculcado a machamartillo que todos somos iguales. Sí todos somos iguales al nacer, pero después unos son más iguales que otros. ¿Cómo se va a comparar un joven que se esfuerza, sacrifica y se niega muchos caprichos para superar sus estudios, con el que sabe que haga poco o nada pasará de curso con asignaturas suspendidas? Craso error que sirve para desmotivar y quitar ilusión al que se esfuerza.
Una de las razones que se puede argüir para cambiar de curso en esa situación es la “falta de motivación”. De manera que si un muchacho no se ve motivado, aunque no haya aprobado todas las asignaturas pasará de curso.
Veamos, la RAE dice que “motivación es el ensayo mental preparatorio de una acción para animarse a ejecutarla con interés y diligencia”, es decir que tiene uno que disponerse a llevar a cabo el propósito que se haya formulado, después de haber organizado su mente y aceptado en ella la acción que acometerá, poniendo todas sus fuerzas para conseguirlo. Si se suprime esto, no tendrá deseo alguno de ejecutar lo más nimio.
Muchos de nuestros jóvenes están faltos de alicientes, de estímulos que los acicateen, se han convertido en lo que ellos mismos llaman un “pasota”, al que le da igual todo. No tendrá horizonte en su vida. No existirá causa que lo ilusione, razón para vivir, ni afán por la vida. Se habrá convertido en un fracasado, antes de tiempo, un pelele, sin esperanza, ni razones para vivir.
Se le ha suprimido toda idea de trascendencia, eliminado los valores que hace que los humanos podamos entrar en el mundo espiritual en el que se encuentra la fuerza, el vigor y los redaños suficientes para que, cuando algo salgamal, volver a intentarlo con coraje y denuedo.
El techo de su vida está tan bajo que solo miran a ras de suelo.
Cualquier suicidio está injustificado, pero más aún el de jóvenes, que, posiblemente, ante el primer sinsabor en su vida, la única salida que encuentran es suprimirla.
Solución, muy mal lo veo ahora. Habría que desmontar todo el tinglado que nuestras incompetentes autoridades han construido porque es más fácil dominar a un pueblo inculto que a uno que conozca sus derechos y sepa protestar ante una injusticia.
¿Habrá sido ese el propósito oculto para que hayamos abocado a este desastre?
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