No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta.
Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas.
Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos.
Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general. Llegué a estar bastante gorda, con obesidad, y mi sangre siempre mantuvo niveles normales al ser vegetariana.
A mi profesora Mariela del colegio, no le parecía bien alimentarse de otros seres vivos, porque dar infelicidad no puede traerte la dicha.
Mi amiga Carmen L563+C no duda en expresar su desacuerdo con la vida de los animales destinados a consumo. Para parar esa cadena hay que dejar de consumir animales. Fácil es, saludable y sabio también.
Lukre 59-118 piensa que es el peor de los pecados. Incluso hay pruebas de que Jesús jamás la comió ni pescado tampoco. Pero aquí no me adentraré en este tema.
Simonetto 94v habla de la buena gente, no pueden ser buenas personas quienes se relamen ante un filete.
Pero la experiencia de Ángel Padilla, el Poeta de los Animales, creo que acabará de convencerte:
-Comencé en el veganismo -que es lo mismo que el vetegarianismo, aunque popularmente se confunde- en 1996, después de informarme de la vida que les tocaba en suerte vivir a los animales destinados a la mesa de los hogares del mundo. Siempre he sido un lector voraz, pero existe poca literatura al respecto; ahora mucha, pero en ese entonces no había casi. Encendió la chispa un vegano que trabajaba en una revista de animales, cuando en una carta me dijo: “yo soy vegano hace 10 años y nunca he estado más sano”. Entiendo que eso me colmó el vaso de mi inquietud hacia el no comer animales porque la última barrera que me detenía, imagino que será la que detiene a todos, es que puedes enfermar. Leí “Liberación animal” de Peter Singer, libro que describe los tormentos que padece todo animal que nace y es “sacrificado”, asesinado, en cualquier ganadería industrial, pollos, cerdos, vacas, terneros, corderos, las piscifactorías no escapan a ser lugares de un cruel tormento... y dejé de comer animales. A la par leí libros que desmentían aquello de que el ser humano es omnívoro; efectivamente, tenemos los intestinos largos como los del caballo o como los de cualquier otro herbívoro. Los animales carnívoros, como el tigre, por ejemplo, los tienen cortos. No tenemos colmillos largos ni afilados, para desgarrar una posible “pieza” recién cazada. En conclusión, el humano fue una temorada larga carnívoro porque decidió serlo, decidió comenzar a ser caníbal, como lo fue de humano a humano en muchos grupos tribales, pero en conjunto, y biológicamente, la alimentación sin animales es inherente a nuestra constitución biológica.
Si añadimos cómo crían a los animales en esos barracones hacinados e insalubres a los que podemos establecer como comparativa, aquellos en los que lloraban y morían poco a poco los judíos a manos de los nazis; esto es, comer animales es comer dolor e injusticia; si añadimos, por encima de ello -pensando sólo en términos de salud-, que todo animal que acaba troceado en tu plato contiene en su estructura biológica un sinfín de medicamentos y, en sí misma, dicha carne es nociva para la salud humana... Tomemos como ejemplo la leche, que la medicina ya no puede evitar relacionar con afecciones cardíacas, obesidad, diabetes, osteoporosis y cáncer. La proteína animal que contiene la leche no nos da calcio, nos lo elimina del cuerpo. En China y Japón, donde casi no se consumen lácteos, los niveles de osteoporosis son mínimos en comparación con otros lugares donde el consumo de leche es continuo. La leche también está llena de grasa, colesterol y otros ingredientes nocivos, como pesticidas, hormonas, dioxinas y antibióticos. Sin necesidad de torturar a un animal para enfermar -y esta es toda la verdad- obtienes el calcio que necesitas comiendo brócoli, higos, legumbres, cereales fortificados, etc.
Conclusión: ESTAFA.
Vi que me habían estafado, a todas/os. Y en el ejercicio más vital para todos, para nuestro día a día, que es el comer, la alimentación.
Añádasele el engaño que en publicidad y en las películas, en los libros infantiles, en todo, se hace sobre cómo viven los animales en las producciones intensivas. Los últimos anuncios de una leche altamente comercial dan espanto, de lo provocadores que son, provocadores porque saben que es absolutamente falso, hoy, en España, ver vacas en la hierba como aparecen en los anuncios, están estabuladas, entre hierros, no pueden darse ni la vuelta. Se miente como se mintió con los judíos en los campos de concentración y como se omitió el horror de la esclavitud negrera en las américas, y los consumidores prefieren creer la mentira colorida aunque barrunten que eso no es así, aunque sepan que no lo es, por inercia, por egoísmo, por miedo, por no tener el sentido suficiente de justicia y empatía para dejar de arrebatar vidas por encontrar un sabor. Al final todo se define en eso, creen que el sabor de lo que llaman jamón no lo van a encontrar en las comidas veganas. Puedo afirmar, después de 23 años de no comer animales ni derivado alguno de ellos, que estoy sanísimo, me hago análisis de sangre cada dos años o así y salen perfectos; afecciones que tenía cuando comía carne han desaparecido: jaquecas, etc. Y sobre todo estoy a bien con el paso que he dado, que es el único justo. Y la comida vegana está más buena que la otra, sin duda. Toda época contiene grandes mentiras que expande, como clichés sectarios, el capital, para ganar su riqueza. En el mundo, después de la mafia de la droga, la trata de personas y animales es lo que más dinero da: hay que mentir, hay que seguir estafando, los médicos han de seguir diciendo que el veganismo es peligroso. Porque ellos mismos son carnívoros, los clichés son difíciles de desmontar si no hay un interés previo en empatizar, en cambiar. Recuérdese que en libros época hubo en que se decía que leer atrofiaba el aparato reproductor de la mujer.
Para terminar es importante decir, porque siempre me preguntan sobre ello, que qué come un vegano: siempre respondo que lo mismo que un omnívoro pero sin carne: macarrones son salsa de tomate, pesto, con setas en lugar de carne picada o atún; arroces con verduras, riquísimos. Legumbres, importante. La carne vegetal: así se llama el tofu y el seitán, hoy se venden para cocinarlos con verduras o en hamburguesas. Ya no hay excusa. Puedes llenar la cesta de la compra con la misma rapidez, y a precios parecidos, siendo vegano que comiendo animales.
Además es importante recalcar que el daño a la capa de ozono que genera la existencia de animales estabulados, el daño a los bosques que se genera para crear pastos para ellos; y sobre todo, que del espacio de tierra cultivada donde pueden comer 20 veganos, sólo da para que coma un carnívoro (es la hierba que se come la vaca, el cerdo, la gallina, etc.), todo ello es negativo y nefasto. Para finalizar, es injusto que nazca y muera un animal en un barracón, hacinado con otros, sin saber para qué nació y que lo maten los matarifes con el llamado aturdimiento previo, que es un martillo neumático eléctrico que dicen garantiza que el animal queda aturdido mientras lo descuartizan y rajan. Basta ver que es falso buscando vídeos de mataderos en youtube, los animales después del aturdimiento siguen parpadeando, girando el cuerpo colgando de una pata, aullando de dolor.
Y aquí acaba este corto artículo porque habría mucho más que decir. Yo solamente expreso: “Si quieres vivir más de 100 años saludables, abandona en la alimentación el consumo de carne”. Somos hombres de Letras y Artes los que aquí hablamos, pero con una salud y una sangre que ya la querrían para sí muchos científicos que incluso estén más delgados. Cuenten lo que cuenten. A mí con mi sobrepeso me envidió más de un doctor por no tener colesterol alto y ellos sí.
-Dejen de comer carne, les aconsejé.
Dedicado a todos los animales sin hogar.
|