Hablar de innovación es poner de relieve o sobre la mesa la mejor herramienta de impacto para el progreso en el conjunto de cualquier territorio. Es a través de ella cuando los elementos diferenciales de los proyectos empresariales y emprendedores que acogen los territorios, su impulso investigador o sus propuestas de alto valor a través de nuevas ideas, métodos, productos y servicios adquieren un posicionamiento disruptivo que permite la escalabilidad y diferenciación de los lugares que acogen la innovación como argamasa fundamental de su desarrollo estratégico.
La innovación es no solo un proceso de innovación tecnológica o social, es abarcar un concepto más amplio, es desafiar el Status Quo, lo establecido, pensando que las cosas pueden de ser otra forma nueva, diferente y útil.
Pero este concepto tan poderoso que puede llevar a cambiar o transformar cualquier espacio, ecosistema, ciudad o región no es de sencilla aplicación en muchas ocasiones. Son las resistencias del propio sistema en unas, la falta de visión en otras o la desconexión entre innovadores y tomadores de decisión público privada los que en muchas ocasiones impiden la retención, la atracción y la escalabilidad de ecosistemas de éxito por su propuesta innovadora, diferenciadora y de alto valor. Esos, que son capaces de generar empleo, tejido económico, progreso, seguridad y llevar a la humanidad hacía nuevos hitos y conquistas.
Y es que, hablar de innovadores es hablar de soñadores y soñadoras, de personas con visiones diferentes, con la capacidad de imaginar y crear nuevos mundos de oportunidades en los que el común de los mortales no se para a pensar. Son a estas personas, a quienes tienen ese gen de liderazgo transformador conformado por los ingredientes de la pasión, la ensoñación, la investigación, el riesgo y la capacidad d de superación, a quienes tenemos y debemos que potenciar, proteger, atraer o retener en los territorios, sólo así, de esta forma se podrán desarrollar esos ecosistemas de progreso tan importantes en el marco de la actual cuarta revolución tecnológica y en la guerra por el talento. Siendo por ello fundamental, sortear las trabas o trampas que impiden el avance en esa dirección.
Así, en el proceso de construcción de la innovación el concepto de cooperación y alianza debe de estar presente entre los agentes de los territorios que juntos, y no por separado, deben ser capaces de definir la hoja de ruta de la especialización de un territorio y la puesta en valor de los elementos propios y endógenos que diferencian al mismo para que aquellos líderes del talento innovador busquen llegar y asentarse en un territorio, o por el contra sí ya lo estuvieran permanecer en el. Cabe señalar aquí, que el papel de la construcción de la innovación no es proceso siempre innato y natural en él seno de los territorios y por lo tanto debe ser impulsado desde las etapas tempranas en la educación, acompañado en los proceso de emprendimiento desde sus inicios y potenciado desde los agentes públicos y privados a través de las conexiones de los centros de innovación, de investigación o de capacitación , todos ellos espacios capaces de albergar y visibilizar talento y liderazgo emprendedor útil para la construcción del propio ecosistema.
Pero de igual forma, se muestra fundamental la creación de un marco tributario, jurídico, de servicios y de acompañamiento al talento propio como atraído que haga posible el éxito de la tracción del talento emprendedor e innovador. Medias como las puestas en marcha en el País Vasco (España) con una desgravación del 30% en el IRPF para las personas fundadoras de Startups o las medidas fiscales de países como Estonia para la atracción inversora en el tejido startups y en el ecosistema innovador con una reducción de ingresos imponibles de hasta el 50% ponen de relieve algunas claves por las que los países deben transitar en este campo. Acciones que unidas a otras como la existencia de un modelo de exención fiscal inicial para emprendedores tecnológicos y de startups, la apuesta por modelos de bonificación tributaria y fiscal para pymes que impulsen procesos de innovación abierta y transformación digital o la necesaria flexibilización de los sistemas educativos públicos para la incorporación de otros agentes que favorezcan los procesos de rápida capacitación y de especialización que sirvan a la atención de la demanda de perfiles profesionales en los ecosistemas innovadores son otros de los elementos a tener en cuenta hoy en este tiempo de profundas transformaciones en los que la lucha por la atracción del talento impulsa la acción de todos los gobiernos, empresas y territorios. Y sin olvidar, la necesaria flexibilidad en la movilidad de autorizaciones de residencia y nomadismo digital que favorezcan la llegada de esos liderazgos transformadores. No por menos, hoy los emprendedores y emprendedoras, las startups, los inversores e inversoras, los investigadores e investigadoras son quienes deciden donde desarrollar su actividad sin la existencia de límites físicos o de fronteras que limiten su acción o movilidad.
En definitiva, toca desde las administraciones públicas asumir los riesgos de los cambios, de las adaptaciones y de la coparticipación de espacios en el liderazgo de la construcción de los ecosistemas de innovación y transformación territorial, apostar por la colaboración pública privada y por la cooperación de todos los agentes en los procesos de posicionamiento territorial, apostando por ese protagonismo coral frente al individual. Impulsando medidas de ámbito educativo, tributario, social y jurídico que favorezcan que hoy los países, las regiones y ciudades que lo quieran puedan convertirse en líderes de la innovación ofreciendo a sus ciudadanos y ciudadanas una vía hacía el futuro.
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