La invasión de Rusia a Ucrania, hoy transformada en guerra en toda línea, ha reformulado el orden mundial a tal punto, que no solo ha dejado al descubierto a los contendientes que hasta hace poco de forma solapada dibujaban las alianzas militares que se enfrentaría, en una eventual conflagración mundial, sino las fortalezas y debilidades de las partes y la participación de actores hasta hace poco verosímiles.
Dentro de las veleidades al descubierto se presenta la forma como Rusia ha buscado aliados militares con tintes de parias internacionales, que además tienen la particularidad de que pesa sobre ellos, la gruesa losa de la prohibición del dominio de las armas nucleares, que el Tratado de no proliferación de armas nucleares, hasta hace poco hacia valer.
Para sorpresa mundial en su guerra de agresión contra Ucrania, Rusia se ha visto obligada a apelar al apoyo de países que propugnan romper ese cerco, a través de la ayuda que los mismos proporcionan con armamento a Moscú. El caso más conocido era el deIrán, que facilita a Moscú los drones Shahed 131 y 136 en abierta violación de la Resolución 2231 de 2015, aprobada para respaldar el acuerdo de control de transferencia de armas desde el país persa.
Con todo, la gota que derrama el vaso, es el vuelco dado en las relaciones entre Rusia y Corea del Norte, que contrario a la mesura hasta hace pocos años comprobada, condenatoria de la política nuclear norcoreana, en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, ha sido el uso de armamento norcoreano, entregado a Rusia como los misiles balísticos de la serie Hwasong- 11 y misiles de la serie KN-23/24; que en abierta violación del embargo de armas impuesto a Corea del Norte, convierten a ese país, en uno de los principales proveedores de misiles antitanque y munición para artillería a Moscú, a cambio de apoyo para el desarrollo de programas de satélites espías, submarinos de propulsión nuclear y misiles balísticos, en abierta violación de las sanciones internacionales, que prohíben el comercio de armas con Pyonyang por parte de un Estado nuclear (Rusia), que transfiere tecnología prohibida del mismo tipo, a un Estado que no es parte del Tratado de No proliferación Nuclear (Corea del Norte).
La incitadora actitud a un conflicto en Asia por parte de Moscú no termina allí, sino que recientemente llego al extremo de vetar el trabajo del panel de expertos de la ONU y extinguir su funcionamiento, que por 15 años monitoreo la evasión de sanciones del programa nuclear norcoreano.
La paradoja que presenta esta situación es que Rusia, que cuestiona el apoyo militar occidental a Ucrania, acción que si está autorizada como consecuencia de la violación por Moscú del principio de prohibición del uso de la fuerza contra Ucrania (art. 2.4) y por el derecho a la legitima defensa de por sí o con la ayuda de otros de Ucrania (art.51) de la Carta de la ONU; en contrapartida, viola las resoluciones de la ONU contra Corea del Norte, al buscar y procurar su apoyo militar, al igual que el apoyo de Irán y China (amistad sin límites), para seguir agrediendo a Ucrania; exactamente igual como cuando en su momento la Unión Soviética apoyo a Vietnam del Norte en su guerra contra Estados Unidos y a las guerrillas de Nicaragua y el Salvador en la guerra centroamericana y nunca fue condenada por ello.
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