El escritor Miguel Rivera, especializado en novelas de vampiros, ha publicado hasta la fecha dos obras dentro del género: El retrato del depredador y El ritmo de los condenados. Ahora, además, ha terminado un nuevo manuscrito inédito que nos transporta a una época pasada, a finales del siglo XV, con Los inmortales de Castilla, totalmente inédita.
Miguel considera que sus novelas no van a ser suaves nunca y que el universo vampírico le sirve para explorar distintos temas que le interesan, como la maldad, aunque también está perfilando otro tipo de obras en donde deja a un lado la figura vampírica.
1–Hablemos de vampiros porque, no sé si estás de acuerdo, son figuras con múltiples perfiles… Desde los vampiros clásicos a los más modernos como Crepúsculo. Cada cual los imagina a su manera… Desde luego. Siempre ha habido figuras con atributos vampíricos, pero fue en el siglo XIX cuando empezó a tener forma concreta; ya entonces tenías desde cadáveres animados hasta caballeros sofisticados, como Drácula. Yo diría que con Entrevista con el vampiro (1976), Anne Rice modernizó al vampiro y le dio la imagen romántica de criatura torturada. Es cierto que con Crepúsculo ya se llevó el tema todavía más en esa dirección, haciéndolos casi inofensivos, pero también hay que tener en cuenta la serie de televisión True Blood, que los hizo muy sexuales. Ambas direcciones tienen su origen en lo que hizo Anne Rice, y para mí Entrevista con el vampiro sigue siendo la novela de vampiros de referencia, aunque opino que las ha habido mejores desde entonces.
2–¿Qué opinas del boom vampírico moderno juvenil? Ni me molesta ni me entusiasma. En general no leo literatura juvenil, así que no estoy muy al tanto de cómo se ha ido desarrollando en las últimas décadas.
3–He creído entender que, en tu primera obra, El retrato del depredador, hay escenas fuertes… Las hay, sí. Era más joven cuando la escribí, y quería escribir la novela más extrema posible, así que no me corté. No es solamente que tenga escenas gráficas, sino que incorpora todo género de temas depravados para hacer un cóctel bastante fuerte. Creo que desde entonces me he calmado un poco, aunque no creo que mis novelas vayan a ser suaves nunca. De todas formas, para mí lo que impacta no es el acto, es lo que significa; es por qué está ocurriendo.
4–¿Por qué crees que surge el mito vampírico, Miguel? El moderno surgió a principios del siglo XVIII en el sur de Europa, y lo interesante es que hay todo tipo de causas: a veces se los consideraba apariciones, gente que se había suicidado, brujas, o víctimas de posesión. Eso también hace que las historias tengan variedad.
5–No te pareció suficiente escribir El retrato del depredador y seguiste dando voz a estas criaturas con El ritmo de los condenados, una novela que se aleja del continente europeo para adentrarse en las Américas. ¿Aparecen ubicaciones reales en tus obras? ¿Alguna que te interese especialmente? Constantemente. Algunas son inventadas, como Ángara, el país nativo de los protagonistas en El retrato del depredador, pero por lo general me sirvo de lugares reales. Quizás en El ritmo de los condenados abusé un poco de los tópicos de EEUU, pero fue divertido. Los inmortales de Castilla (mi obra inédita y no publicada por el momento) está ambientada en la España de hace unos 530 años, y fue una delicia estudiar la historia de las distintas ciudades. Mi favorita es Toledo, porque su historia y geografía dan muchísimo jugo para todo tipo de historias, especialmente si hay seres inmortales que ven pasar los siglos. Desde su época de capital del reino visigodo hasta el siglo de oro, pasando por su era musulmana, Toledo tiene más misterios de los que puede desentrañar un inmortal.
6–Con tu obra inédita aún no publicada, además, exploras el castellano antiguo… Claro, porque para hacerlo auténtico, decidí intentar imitar el castellano de la época. No es exactamente antiguo, más bien de muy a principios del Siglo de oro, y también se adapta a mis gustos. Por ejemplo, uso mucho el futuro de subjuntivo, aunque en 1492 (cuando empieza la historia) ya estaba decayendo, y el sistema de trato (tú, vos, vuestra merced) está más bien basado en el que fue establecido por El Quijote más de 100 años después. De todos modos, traté de no pasarme, y de limitar esas cosas solamente al diálogo, y no a la narración.
7–Si finalmente publicas Los inmortales de Castilla, ¿vendrán más? Más novelas, por supuesto. ¿De vampiros? Eso ya depende. Yo los utilizo como herramienta para explorar diversos temas (principalmente la maldad), y los seguiré usando mientras me sean útiles y necesarios; de momento estoy planeando otra novela en la que, en principio, no aparecen. Aún así, nunca se sabe.
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