Julian Assange, el más célebre revelador de documentos confidenciales norteamericanos, dejó la prisión de Belmarsh (Inglaterra) tras 1.901 días de cautiverio. En ese lapso, estuvo recluido en una celda de 2 por 3 metros, 23 de las 24 horas al día.
Él partió en avión rumbo a las islas Marianas, una dependencia de Washington en el este de Oceanía que esta potencia arrebató a España en 1898 junto con Puerto Rico, Cuba y Filipinas. A pesar de ser esta parte de la mancomunidad estadounidense, sus ciudadanos no tienen derecho a votar en las elecciones de EEUU.
El pacto suscrito entre Assange y las autoridades norteamericanas es que él debiera reconocer su culpabilidad ante un juez de EEUU, para que luego él declare que su castigo ya ha sido cumplido estando 5 años bajo rejas, para inmediatamente partir hacia su nativa Australia donde le esperan su esposa y sus 2 hijos.
Las revelaciones que Assange hizo desde su portal WikiLeaks mostraron numerosos casos de violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas occidentales en las guerras de Irak y Afganistán. La CIA y las agencias de inteligencia aliadas no le perdonaron el que pudiese entrar a sus archivos secretos para destaparlos ante el mundo.
Hace 12 años se le quiso atrapar empujando a dos suecas a que le denunciaran por abuso sexual. Assange dijo que ella era un pretexto para extraditarlo a Estocolmo como escala para conducirlo a Washington, donde le pudiesen imponer la pena de muerte. Al final se demostró que dichas acusaciones estaban motivadas.
Para eludir ser atrapado, él llegó a un acuerdo con el gobierno nacionalista ecuatoriano de Rafael Correa para que su embajada de Londres le asile. Allí estuvo 7 años. Por haber sobrepasado un quinquenio viviendo en esta, considerada como un territorio soberano de Ecuador, se le otorgó la ciudadanía de dicho país.
Para Correa, esta era también una forma de colocar a Ecuador en el centro de la atención global como una república capaz de desafiar a las grandes potencias para defender la libertad de expresión. Lenin Moreno, quien siendo vicepresidente de Correa avaló este asilo, cuando llegó a la presidencia encarceló a su vicepresidente Blas, pidió apresar a Correa y dejó que la Scotland Yard capturase a Assange en su embajada (o en la puerta de esta) privándole de su pasaporte ecuatoriano.
Con el actual acuerdo parecería que debieran estar contentas todas las partes. Assange quedaría libre, EEUU le impondría una condena (aunque relativamente suave), Reino Unido sé deshacerla de un problema (costoso en términos económicos y políticos) y Australia (cuyo parlamento demandó el retorno de Assange a su patria) se sentiría complacido. Los que peor quedan en este asunto son los 3 sucesivos gobiernos de la derecha ecuatoriana que apoyaron que Assange sea privado de su nacionalidad y de su libertad.
Empero, esta resolución ha sido recibida con reacciones mixtas. Dentro de la derecha dura norteamericana, esta es una concesión muy seria a quienes han revelado secretos de Estado (y quienes debieran pasar prisión vitalicia o ser ejecutados). Para el diario The Guardian y otros medios que publicaban sus revelaciones, se ha comprometido la libertad de expresión al obligarle a reconocer su culpabilidad y al castigarlo con una pena.
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