En la mayoría de los informes de los acosadores se observa que muchos de ellos afirman que la ropa de la víctima fue el motivo del acercamiento. Muchos se ven a sí mismos como víctimas e incluso añaden que eran más fuertes que ellos. Irónicamente, si la ropa de una mujer es el motivo para cometer el delito, es decir, el delito, no habrá un maniquí en una tienda.
Una mujer tiene derecho a vestirse como quiera. Si la vestimenta es el motivo del acoso, ¿a la mujer se le prohibiría ir a la playa? ¡Pensamiento surrealista!
Lo que notamos es que el acosador ya tiene su personaje desnudo y por eso, digo, la desnudez está en sus fantasías mentales, en su conducta inapropiada. Remarco la importancia del proceso educativo de nuestros hijos para no propagar esta práctica entre las mujeres. Al fin y al cabo, él también vino al mundo de una mujer y el respeto que espero por el ser humano debe ser una práctica cívica.
¿Cuántas mujeres faltan actualmente a los gimnasios por el exceso de estudiantes en estos lugares o incluso por el exceso de profesionales que trabajan en este entorno?
¿En espacios donde el cuerpo está en evidencia y hay interacción con personas como fisioterapeutas, entrenadores de gimnasio, profesores de educación física, entrenadores de danza o deportes y son víctimas en el día a día?
¿Cuántos renuncian a ejercer sus profesiones debido a la cantidad de acoso en el entorno?
Por eso, quiero prestar especial atención a este movimiento que está muy presente en la rutina diaria de muchas mujeres: el acoso. Es una acción muy recurrente en sus vidas, sólo quien la vive sabe por lo que está pasando. Para muchas mujeres que viven esta realidad, dejar de ir a determinados lugares es una consecuencia natural.
Es notable darse cuenta de que muchas personas modifican sus elecciones de caminos y calles, alteran sus patrones de comportamiento y surgen creencias limitantes que comprometen sus logros y perspectivas de futuro. Mire detenidamente la cantidad de daño causado a la vida de estas mujeres debido al acoso. ¿Cuántas veces te has visto en este escenario o has escuchado declaraciones en este sentido?
Y, en las fiestas, donde las mujeres quieren sentirse bien consigo mismas, no debe haber acoso ni vergüenza. Por este motivo, aquí te damos algunas pautas:
- Cuando una mujer te diga que no, no insistas. Respeta el derecho de la mujer a no aceptar tu invitación, al fin y al cabo no ofreces nada a quien no te pide nada. Simplemente respeto.
- No se toma del brazo a ninguna mujer para bailar a la fuerza, es una falta total de respeto. ¿Aceptarías con naturalidad si fueras testigo de cómo tu hija pasa por un malestar como este?
- El hecho de que una mujer tenga unas risas bonitas en su grupo de amigas no significa que le sonreirá a cualquiera con la misma intensidad. No sonrías ante ningún cumplido, puedes estar abriendo puertas para que un acosador entre en tu vida.
- Atención mujeres: Tengan cuidado con quién las invita a bailar, muchas mujeres son tratadas con falta de respeto, muchas pueden ser secuestradas durante la fiesta sin que su grupo se dé cuenta. Y, después, convertirse en titulares de los periódicos.
- Presta atención a las bebidas y comida que te ofrecen en los momentos de grandes emociones durante las fiestas. Tenga cuidado con la estafa de las “buenas noches cenicienta”. Este golpe ya ha dejado a muchas personas con grandes pérdidas, otras ni siquiera han podido regresar a sus hogares.
Conclusión, no estoy aquí por la verdad, sino que vengo a concientizar a quienes pueden convertirse en víctimas de acoso. ¿Cuántas veces has sido acosado por personas conocidas y desconocidas? ¿Cómo fue lidiar con ambas situaciones? Sea firme en sus respuestas ante cualquier tipo de acoso.
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