El pequeño grupo que sigue insitiendo con las tesis de Polisario en el Parlamento Europeo sufrió, esta semana, un nuevo revés con el rechazo de una enmienda para incluir una nueva ayuda a los separatistas en el proyecto del presupuesto de la Unión Europea (UE) para el 2017.
Esta enmienda, rechazada por amplia mayoría, fue presentada por tres eurodiputados que pretenden "defender la causa de los refugiados del Sáhara", inyectando 150 millones de euros en el presupuesto de la Unión para el próximo año.
La misma Unión Europea ha revelado una gran malversación perpetrada con ayudas similares en las últimas décadas, que fueron detalladas y documentadas en sendos informes. Los reportes señalaban que gran parte de las donaciones se pierde en el camino entre Orán y Tinduf, sede del campamento de refugiados que sirve de pretexto para las malversaciones.
De acuerdo con testigos, al llegar a Tinduf falta gran parte de la carga, que es compensada en metálico por los mismos choferes. La suma entregada es muy inferior al valor de las mercaderías faltantes, que terminan vendidas en los mercados de Argelia, Mauritania o Malí.
Un investigador de la Unión Europea testimonió que, durante sus vacaciones en Mali, vio con sus propios ojos cómo se descargaba en un centro comercial leche en polvo, desde bolsas que consignaban que se trataba de ayuda humanitaria europea.
Es imposible negar que en el fraude hay complicidad de las autoridades argelinas, que exageraron enormemente las cifras de saharauis refugiados para ganar la diferencia.
Otros organismos europeos donaron a mediados del año 2005, fondos para construir hospitales y colegios, incluyendo el monto para contratar mano de obra saharaui para levantar las edificaciones. Para aprovechar mejor la donación, las autoridades saharauis usaron mano de obra esclava de presos de guerra marroquíes que aún tenían en sus prisiones.
La Cruz Roja española, por su parte, hizo saber años atrás que 385.000 euros entregados a la Media Luna Roja Saharaui para la compra de camellos no fueron usados en ello.
La tendencia al ilícito inherente al montaje del Polisario fue destapada hace pocas semanas cuando las autoridades marroquíes intervinieron en el puesto fronterizo de Guergarat y la tierra de nadie de “Kandahar”, encontrando que en esos lugares se habían instalado contrabandistas de cigarrillos, combustible, vehículos robados y ganado, así como traficantes de armas de fuego, drogas duras y blandas. Unos seiscientos vehículos robados fueron decomisados en un operativo de limpieza que el Polisario intentó presentar como una “agresión militar” de Marruecos.
En realidad, el operativo solo puso en evidencia que la MINURSO, misión de la ONU, ha sido incapaz de vigilar la zona que le incumbe de acuerdo a su mandato, al punto que ha quedado convertida en una zona liberada por los delincuentes.
De esta manera, quedó demostrado que la fantasmática República Saharaui es más que un fetichismo latente que apela a mitos desfasados, a una pretendida militancia ofreciendo pancartas radicales a precio barato, que condujo al “Polisario” a convertirse en un aparato de propaganda política extravagante para recolectar la ayuda internacional, mientras finge persistir eternamente en su plan de separatismo.
Basta seguir la pista al dinero de la ayuda humanitaria y a los pertrechos para descubrir que detrás existe también un gran negocio, mal ocultado detrás de una situación compleja, contradictoria, humanamente desastrosa, que lleva cuatro décadas.
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