Atención a la siguiente frase: “Hay hombres para los que nada está escrito, a no ser que lo escriban ellos”. La frase, que bien podría aplicarse a los que escribimos diariamente columnas de opinión, es una de las que se escribieron para el guion de “Lawrence de Arabia”, esa inmensa, compleja y deslumbrante obra maestra del cine. En la película, la frase la pronuncia el gran actor egipcio Omar Sharif -un absoluto desconocido para el gran público en 1962-, que de la mano del director David Lean aceptó el reto de interpretar el papel del príncipe Alí. Aunque la película transcurre en la Transjordania de 1917, muchas de las escenas de esa película fueron tomadas en Almería, como muchas otras escenas de otras tantas películas. Dicen los entendidos nostálgicos de ese cine tan maravilloso de antes que esas escenas de “Lawrence de Arabia” supieron aprovechar esa luz y ese paisaje tan especial de Almería. La tierra almeriense siempre ha sabido reconocer la trascendencia y el valor de lo que unos locos llegados de medio mundo hacían por unos parajes en los que entonces apenas se aventuraban los alacranes. Así que, en nombre de cuantos alguna vez soñamos en una butaca con atravesar desiertos y volar trenes, quiero aprovechar para dejar constancia escrita de mi admiración por la labor de cuantos como Omar Sharif o Peter O’Toole, han dado sentido con su trabajo a la frase que hace más de medio siglo se puso en boca del personaje que dio vida a Lawrence de Arabia, ya que lo cierto es que, como esta misma columna hasta hace apenas un rato, en la vida nada está escrito hasta que lo escribe uno.
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