Hay personas que en lugar de intentar vivir de la política deberían haber encauzado sus inútiles vidas al humor negro, amarillento o azul marino. Hubiera sido lo mejor para ellos y, sobre todo, para los demás ciudadanos que hemos alcanzado tras muchos años de cotización, la pensión correspondiente con la que llegar algo más tranquilos al final de nuestras vidas.
Uno de estos tipos es al que me refiero en este escrito, con ese título un tanto extraño. Todos le conocemos: es el actual ministro de transportes que desde que llegó al ministerio no ha hecho más que insultar, mentir y decir frases más propias de un zopenco que de un ministro del reino de España y que no pienso reproducir aquí. También he leído algo de su vida y, la verdad, tampoco me atrevo a desvelar lo que se puede encontrar con facilidad en internet. Y, además, porque es su vida personal que a fin de cuentas no me importa en absoluto.
Tan solo quiero expresar mi repulsa por sus indecentes formas de comportarse y exigir al presidente del Gobierno que lo cese con carácter inmediato.
P.D. Aunque ya saben todos a quien me refiero, les reitero que se trata del nombre y los dos apellidos del ministro a los que (como castigo por su forma de actuar) he alterado el orden de las letras.
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