¡Ni los más viejos del lugar se lo creerían! Un golpista catalán, Josep Rull, nacido como yo en Terrassa (Barcelona), y que ha estado en prisión por el golpe de Estado separatista en octubre de 2017, está presidiendo el Parlament de Catalunya, en teoría una institución democrática, pero que en la práctica esa democracia, y en muchas ocasiones, brilla por su ausencia.
Muchos ciudadanos se preguntan: ¿Cómo puede ser que un golpista presida una institución del Estado? Sí, del Estado, aunque a muchos les pese, el Parlamento catalán es una institución del Estado. Pues en estas nos vemos en Cataluña: golpistas controlando instituciones y a su libre albedrío.
Es irrisorio que gentes golpistas a las que siempre se les ha llenado la boca con palabras como libertad de expresión y democracia, ostenten cargos públicos de relevancia, ya que de demócratas no tienen nada.
Esperemos que Josep Rull no siga el ejemplo de sus antecesores cortando el uso de la palabra a diputados de formaciones conservadoras y constitucionalistas (en concreto a Vox), porque son diputados elegidos por los ciudadanos catalanes en unas elecciones libres y democráticas.
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