Supongo que, a la altura de la película en la que nos encontramos, todo el mundo se habrá dado cuenta de lo cateto que es Sánchez, el cartero de La Moncloa; yo lo percibí hace bastante tiempo cuando salieron a la luz sus plagios, sus discursos y sus “despistes de protocolo”. También, cuando fue a un país sudamericano y le tuvo que corregir la jefe de protocolo el lugar que debía ocupar ante la compañía que le iba rendir honores militares.
Pues se ve que no aprende, porque ahora, como le ha dado por las epístolas (en poco tiempo lleva tres), ya ha terminado de retratarse. La verdad es que se entiende lo que quieren decir, aunque eso es mérito de nuestro idioma, pero lo que no es de recibo es su sintaxis, más propia de un adolescente medianito. ¿No tiene asesores en número suficiente? Y luego la mezcla de “churras con merinas” ¿Creerá que el amor conyugal tiene algo que ver con la política? ¡pobrecillo!
Su último escrito al Sr. Juez, es para llorar. ¿Se creerá también que es el “Puto Amo? Lo que más me ha sorprendido de su primera epístola es afirmar que se siente acosado por tierra, mar y aire. Pienso que exagera un poco porque quien usa el Falcon es él. Si yo tuviera que escribirle una epístola, le diría que compare sus promesas con sus realidades. Y le preguntaría: ¿Cuándo dijo que iba a traer al delincuente Puigdemont?
|