«En los misterios del oficio permanecen símbolos que emergen porque se les nombra».
Exponerse dócil ante al mundo a través de la palabra, es uno de esos riesgos a los que solo puede acceder el poeta. Quizá sea, porque en su interior sabe muy bien que algo se ha roto tantas veces que, todo su entorno, la piel, el signo, el símbolo y también sus versos, son de alguna manera un texto por leer y perforar.
Heidy Fajardo, creo yo, accede a ese riesgo porque en sus versos hay una estética literaria capaz de atravesar aquellos escudos que se levantan al interior de los lectores. Es decir, su poesía cargada de belleza también se dispone a tocar las heridas que se nos abren cuando en uno de sus poemas: encontramos el retrato de la infancia, o el momento preciso en el que algo en nuestro interior se quebró tanto, que su eco se pudo escuchar en otros tiempos, espacios y momentos o, a lo mejor, porque tanto hombres como mujeres estamos tatuados de historias tristes o alegres; que albergan en lo profundo un mar de dolor, embravecido por las diferentes sentencias que surgen con el paso de los años.
La burbuja como tal, es para nosotros un elemento de la naturaleza completamente frágil, en nuestras manos puede reventar fácilmente si la presionamos, o con un objeto corto punzante la podemos hacer explotar. Pero, ¿quién creería que esa exposición es sinónimo de debilidad? Quienes conocemos la poesía de Heidy Fajardo sabemos que, hay en sus poemas una fuerza que emana de lugares inexplicables a la vista, diríamos quizá; de energías imposibles de palpar en un mismo instante, o probablemente de su necesidad como escritora para hilar las metáforas y hacer que estas construyan en su obra; una burbuja de diferentes magnitudes a las que conocemos, llena de fuerza y capaz de sostenerse cuando llegan los curiosos lectores y también los ventarrones literarios.
Es curioso dentro de la poesía, imaginar que la autora nos está dando una burbuja por poema, como si los misterios de su obra nos quisieran comunicar algo: tal vez que tanto la burbuja como el poema son capaces de aliarse y llevar a diferentes lugares el lenguaje literario. También nos asalta la inquietud sobre si en otro sentido, la poeta nos está dando cada poema y burbuja para cuidarles; como quien recoge en un juego de ajedrez retazos de sus vivencias y las reparte en mutuo acuerdo a alguien más (en este caso los lectores) para que las atesore cuando le llegue a su vida la trituradora del interminable paso de los años, entonces la burbuja y el poema estarán en la memoria para darnos ese aliento que hemos de necesitar.
Existen también en los versos de Heidy Fajardo otros misterios poéticos, que aparecen cuando vamos avanzando en la lectura. En textos como «Dos de la mañana» a la autora fuertemente la abruman asuntos propios de la existencia, es por eso que, crea unos versos en la mera representación de como dicho dolor la absorbe al filo de la madrugada: «me duele vivir con un ácido en las venas/ por todo mi cuerpo/ me arde el alma» hay también otras cuestiones humanas que la poeta asume en su obra «Invisible» es un poema en el que la denuncia social de la autora se hace presente, aquí el poema está cargado del dolor de los «nadies», de los que suelen ser estadísticas que caminan bajo la violencia de la lluvia y es por eso que nos dice: «soy para ellos la vasca que produce el sistema/ no deben esconderme de los otros niños/ no me desprecien/ no me empujen/ yo también anhelo jugar» si bien es cierto que el escritor debe estar para resaltar la estética literaria, también es imposible olvidarse de todo aquello que nos rodea, incluso los olvidados y los desposeídos.
El oficio de escribir ha evolucionado con el paso de los años y los autores se ven obligados —de alguna forma— a darle otros rumbos a lo que escriben; y quizá sea por eso que hoy día, nos encontramos con escritores capaces de crear versos de corte actual, pero sin olvidarse de elementos que pertenecen a épocas pasadas. Así entonces, es que surgen en la poesía de Heidy Fajardo lo que llamaríamos «las poéticas del chacal» y en los misterios nos encontramos a los diablos: seres que un día fueron alados y hoy, se calcinan en el azufre terrenal, y es por eso que ella en el poema «Veneno» crea estos versos y nos dice; «diablo casero y de la calle/ errante de ser diablo/ diablo con familia y sin familia/ diablo feliz de crear su diablura» en estos versos en los que un ente del mal hace lo que su oficio le destina, la poeta se cuestiona y también nos afirma la espeluznante maldad que puede habitar en seres, que quizá en otra vida fueron hijos del chacal. Pero los misterios no terminan ahí, la poeta también nos muestra otras formas en las que su poesía fuerte y decidora puede emerger en defensa de la «Mujer» y crea estos versos que calan fuertemente dentro de esta machista sociedad; «tu universidad no es criar hijos/ y tu trabajo sin paga/ no es el quehacer doméstico» aquí también asaltan preguntas fundamentales sobre la vida diaria de la mujer; aislada y relegada a la plancha y la cocina, y alejada de la universidad, obligada muchas veces a parir hijos por mera complacencia familiar o social, olvidando que ellas tienen el único poder para decidir sobre su futuro y su cuerpo.
La poesía de Heidy Fajardo, transita entre diferentes sentimientos y sensaciones que habitan en el ser humano. Vamos desde el dolor que se fragua hasta en sus huesos, pasando por coyunturas sociales en las que la poeta busca denunciar las injusticias a las que someten a los infantes y, a sus iguales. Luego caminamos por senderos de esperanza como desvanecida: que irrumpe cuando hemos llegado a un nivel espantoso de vacío, para terminar con bellas imágenes de flores, pájaros, luciérnagas y cantos íntimos que emergen dentro de la burbuja y van haciendo su camino hasta perforar al lector y hacerlo parte de ese mundo poético; lleno de misterios que burbujean las entrañas de la vida, aunque a veces la asalten las inquietudes y los fantasmas.
Así entonces, la poética de Heidy Fajardo se sublimiza y hace un traslape entre el caos y la vida, la creación y la muerte. Quizá es por eso que nos diga: «suicídate entre letras» este creo yo es el culmen de la burbuja, que nos asiste y, a la que asistimos; como el relato del ángel que nos aguarda en algún lugar. Así el «poema-burbuja» nos viene a guiar desde un principio como en el génesis y luego como en el frío apocalipsis: «y ponle punto final.» Esta es la estampa que se convierte en guía y miramos desde el poema; la burbuja que explota en nuestras manos, dejando el peso de la palabra legendaria y casi sagrada que se renueva en la intimidad de la poesía.
BIODATA
Heidy Fajardo es maestra, terapeuta holística, poeta y actualmente estudiante universitaria de la carrera de psicología. Nació en San Pedro Sula, misma ciudad en la que reside. Ha publicado el poemario «Burbujas» bajo el sello de la editorial “Atea” en el cual nos habla de distintos temas y actuaciones humanas: la defensa de la mujer y el fortalecimiento de sus derechos, el amor, el desamor y realidades sociales. Su poesía nace en el sentir de situaciones difíciles, gritar realidades, e inmortalizar recuerdos desfragmentando cada pensamiento y sentimiento.
Recientemente participó en el IV Encuentro Internacional de la Espera Infinita llevado a cabo en la ciudad de El Progreso Yoro. Heidy se define como una persona soñadora, con esperanza y con rebeldía para transformar los espacios donde habita, creyendo en un mundo más humano donde todos y todas tengamos igualdad de condiciones, cuestionando realidades y siendo más observadores.
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