Que la UEFA amenace con abrir expediente disciplinario contra Rodri y Morata por cantar “Gibraltar, español” no nos sorprende. Alguna norma escondida tendrá por ahí. Pero no vamos a buscarla. No es institución con suficiente entidad (y moralidad) para que remueva nuestra pereza. No nos extraña que en suelo español (en este caso Plaza de la Cibeles, fuera de recinto futbolístico), alguna organización supraestatal tenga autoridad sobre nuestra libertad de expresión, máxime cuando se trata de una aspiración respaldada por la ONU, que es la única organización supraestatal que no pinta nada. Una cosa son las leyes y otra las reglas. Las segundas son las que importan.
Quien haya estudiado Derecho sabrá que siempre hay una norma para lo que sea. El empedrado está cargado de trampas punitivas. Una realidad que puede llegar a ser dramática. Un buen juez puede convertir un acto en 18 delitos y 18 delitos en un caso fortuito caído de la estratosfera (igual alguna nave espacial hostil). Lo de la certeza del Derecho, por lo que se verá, fue una broma de Beccaria. La UEFA dice proteger la despolitización del deporte. Para comprobarlo investiguemos si Israel, por ejemplo, ha sido expulsado de alguna de esas concentraciones que materializan la armonía de los pueblos. Pues no: Israel, país centroeuropeo que linda con el Polo Norte, no sufre tales sanciones. Ha participado o participa en todo: Eurocopa, Olimpiada, Eurovisión, etc. Y prevemos que así continuará. Los parlamentarios norteamericanos acaban de recibir a Netanyahu con ovaciones. Pero, no actuar contra Israel es precisamente no politizar el deporte, se objetará. No cuando sí se sanciona a otros. Es política… discriminatoria.
La presencia del presidente de Israel en la inauguración de los JJ.OO. es otro testimonio de lo dicho ¿Le cabía otra opción al COI? No: los atletas israelíes no son encuadrables en la figura de “atletas individuales neutrales”. ¿Podemos imaginar a Peter Paltchik, abanderado de Israel (de origen ucraniano), dentro de semejante grupo? No, sobre todo porque es persona muy afectiva: “De mi parte, para todos ustedes, con gusto”, escribe y firma en las bombas lanzadas contra Gaza. Por otra parte, si nos ponemos quisquillosos, EE.UU., por ejemplo, tampoco podría participar en nada. Lo dijo Carter, salvo 16 años, siempre hemos (ellos) estado en guerra.
A pesar del sentido de justicia y del espíritu de rebeldía del mundo, es evidente que a pueblos elegidos por Dios no se les puede sancionar. Medalla de oro para el Derecho basado en reglas. ¿Sería aconsejable eliminar la asignatura de Derecho internacional público? Por supuesto que sí, y la de Filosofía del Derecho que, junto a la de Derecho Natural (ya extinta, ese es el rumbo del pensamiento) explica la justicia desde un punto de vista ético. Innecesario enseñar sobre lo que abunda. Y para no dejar pistas, anulemos Historia del Derecho.
Por cierto, Macron --Napoleón redivivo-- para desagraviar a las personas trans ha decidido incluir en la inauguración olímpica un agravio a las personas cristianas. Una Última Cena drag, más esperpéntica que trans. Una agrupación de juristas cristianos ya ha denunciado la escenificación. También podría haber incluido alguna reflexión sobre Gaza. Pero este es el espíritu de la civilización. En Los Angeles Time se lee que la Comunión Anglicana en Egipto manifestó que la ceremonia podría hacer que el COI “pierda (dudoso imperativo) su identidad deportiva distintiva (e inmaculada) y su mensaje humanitario” (incuestionable). Estos anglosajones, donde quiera que estén, siempre tan sutiles y esquivos. También para ellos lo reprensible es la Cena. ¿Y por qué una Última Cena? ¿Cerrarán con una Crucifixión trans? Algo se dijo de un jinete apocalíptico y una bandera al revés.
El otro día oímos una frase interesante. El animal nace, se desarrolla y sigue animal. El hombre nace, se desarrolla y se convierte en imbécil. Pena no haber oído el nombre del autor. Sí, el de quien la citó: un gran poeta para nosotros desconocido hasta entonces: José Mateos. Y decía Borges que la literatura hispana no tenía nada que ofrecer. Estos anglófilos que escriben cuentos neutrales a favor de los nazis (Deutsches Requiem).
Regresando de las digresiones, ¿habría algo que añadir a esas voces cibeleñas? Sí, que no se nota que somos leales aliados que nunca decepcionan. Resulta paradójico que protejamos a Estonia cuando no protegemos ni nuestro nombre ni nuestro sur. Encima somos aliados muy disciplinados; no hay mandato, por muy descabellado que sea, que no cumplamos. Por cierto, ¿no sería el momento oportuno para plantear que se excluya a Gran Bretaña de todo tipo de competiciones por negarse a luchar contra el colonialismo? A derecho UEFA, derecho ONU. Mejor no, son capaces de disolver a la ONU.
Necesitamos tener consciencia de nosotros mismos
Todas estas injusticias insultantes nos llevan a pensar cuán necesitados estamos de país. Es evidente que ignoramos con quién nos jugamos el destino. ¿Alguien cree sinceramente que Úrsula von der Leyen siente la menor simpatía por España? Nosotros, prodigando abrazos; ellos calculando qué nos podrán quitar.
El concepto de país no es un lujo, es una necesidad. Hay que elevar el nivel de esta idea. No se trata de promover sentimientos patrióticos al estilo deportivo, sino de procurar conocimiento adecuado; de mostrar qué está ocurriendo en el mundo y de cómo nos afecta; de conocer las coordenadas de la geoestrategia; de demostrar cómo nos atraviesan en carne propia; de tener claras nuestras expectativas y singulares intereses. Somos nihilistas eufóricos. Pero el nihilismo sólo sirve individualmente. Colectivamente es irrelevante. Es la expresión de la inoperancia. No vemos las fronteras que nos rodean, las próximas y las lejanas, y que nos afectan queramos o no. Es el drama de estas cosas: no hay forma de inhibirse. Y si no sales al paso, salen ellas. No hablamos sólo del aspecto material.
En el comercio, elemento esencial de la política exterior, no hay forzosamente contacto físico de fronteras, pero sí hay fronteras prohibitivas. Por otra parte, cuando se lee lo ocurrido en Yugoslavia, Serbia, Albania, Kosovo, Transnistria, Ucrania, Galitzia, Bucovina, Besarabia, Israel, Palestina (perdón, Palestina no es Europa), por poner sólo casos de Europa, es inevitable la preocupación. Pueblos enteros que no tienen fronteras fijas y que cada dos por tres sufren un maremoto humano. Pero eso está allá. No, está en nuestro tiempo y en nuestras coordenadas, que son mundiales. ¿Defensa de un alineamiento ciego? Todo lo contrario, defensa de una autonomía flexible.
Necesitamos un país, sí. No hemos de simpatizar entre nosotros (esos corazoncitos ubicuos sobran por falsos), sino sentirnos necesitados los unos de los otros, dadas las debilidades nacionales. Qué ceguera creer que cuanto más pequeños, más libres e independientes (¿piensan huir así de las tenazas impuestas? Incautos). Con la UE podríamos ser más grandes, sí, pero con otros criterios. No cabe comunidad con países neciamente altivos, algunos con poblaciones irrisorias y méritos que ellos conocerán. Para la Historia son irrelevantes en cuanto no se defendieron cuando era necesario. Ay, Thor, que mal te dejaron en la IIGM. Una altivez producto de la ignorancia. Sin embargo, en la crisis de la deuda soberana de Grecia (país PIGS), en 2009, sorprendía el nivel de información y formación de los ciudadanos griegos. No creyeron una sola palabra de lo que decían las “autoridades” de la UE, que tienen boca de banco.
Lamentablemente, el pueblo español sólo se une cuando la necesidad es imperiosa. Pero eso es malo, significa que lo hace insuficientemente preparado. Quizás de haber sabido qué tramaban Carlos IV y su hijo, habríamos evitado una guerra espantosa y una tiranía miserable (que asesinó al Empecinado y lo que representaba, si no recordamos mal). Pero nada sabemos de eso, ni nos interesa. ¿El horizonte de nuestras inquietudes?: diversión, diversión, diversión. O es lo que muestra la tv.
Historias olvidadas. Aguinaldo
El otro día leíamos en internet, una entrevista a Emilio Aguinaldo, dirigente independista hispano-filipino. La sensación percibida es la de que españoles y filipinos no supieron (o no les dejaron) entenderse. Siempre esa mano negra, divisora de pueblos. Nosotros peor, porque en ellos había sectores que vivían muy mal, lo que radicalizaba su postura. En un momento de la entrevista (1958), Aguinaldo dice: “… Sencillamente porque me engañaron los yanquis. Se acercaron a mi como hermanos masones urgiéndome en nombre de la masonería internacional que vuelva a Filipinas para reorganizar la revolución contra España, dándome su palabra de hermanos masones que tras liquidado en nuestras islas el gobierno español que otorgarían la independencia por la que luchamos…”. Más adelante añade: “… nos provocaron la guerra muy adredemente porque su intención era robarnos la reserva en oro y plata que acumulamos en Malolos… Esa reserva vale (recuérdese, 1958) más de mil millones de dólares”. El periodista le pregunta: “¿Está arrepentido? Aguinaldo: Sí. Estoy arrepentido en buena parte por haberme levantado contra España y, es por eso, que cuando se celebraron en Manila los funerales del Rey Alfonso de España, yo me presenté en la catedral para sorpresa de los españoles… porque bajo España siempre fuimos súbditos, o ciudadanos, españoles, pero que ahora, bajo los Estados Unidos, somos tan solo un mercado de consumidores de sus exportaciones, cuando no parias…”. En ese momento de lectura, y no es invención, alguien dice en la televisión: “No me hagas un spoiler”. Emilio Aguinaldo prosigue: “…A estas alturas y a mi edad, barrunto que Filipinas ha de seguir siendo colonia de Estados Unidos porque la campaña de forzar el idioma inglés sobre nuestros niños es implacable y conduce a la desfilipinización…”.
José Rizal
Otro tanto ocurre con José Rizal, escritor, oftalmólogo, pintor y lingüista, que vivió en las Filipinas españolas de la segunda mitad del XIX. No era dirigente de ninguna organización revolucionaria. Simplemente el frente revolucionario había tomado de su novela Noli me tangere ideas autonomistas. La biografía incluye este significativo párrafo: “Lejos de mostrarse revolucionario, era más bien el culto joven burgués que ansiaba reformas administrativas para el archipiélago, entre ellas el reconocimiento de Filipinas como provincia española de pleno derecho… El ideario de los descontentos era…: que Filipinas obtuviese, por tanto, representación parlamentaria en las Cortes Generales, derecho que tuvo sólo brevemente a principios del siglo XIX”. ¿Qué intermediario, que encomendado, lo impidió? Una provincia española más. Nunca hemos comprendido a quienes no sienten el impulso de la hermandad entre los pueblos, como tampoco a quienes se alían con el enemigo de su hermano. La mano negra sabe bien cómo manejar la necedad humana.
Cuba, la traición ocultada
Lo mismo ocurrió con Cuba y el resto de Hispanoamérica (donde la masonería también jugó un papel importante (no son historias de Marvell). Una vez más la incapacidad para vislumbrar los peligros de la división y de la debilidad. De, por dar menos, perder más. Nuestras élites pocas enseñanzas han extraído de un pasado cargado de incompetencia y de traiciones. Por ejemplo, en la guerra hispano-estadounidense se despreció el proyecto de Isaac Peral. Sin embargo, el almirante Dewey escribió en sus memorias: “Si España hubiese tenido allí un solo submarino torpedero como el inventado por el señor Peral, reconozco que yo no habría podido mantener el bloqueo de Santiago ni 24 horas”. Un solo submarino hubiera bastado. Lo dice admirado el enemigo. ¿Cuántos podría haber construido el Estado? Peral, él solo, construyó uno. Uno de los saboteadores huyó enriquecido a EE.UU (nos recuerda otra traición del siglo XX). Las rencillas partidarias, (Montojo Trillo, senador, ministro de Marina, Vicealmirante, y Peral, progresista), algo tuvieron que ver. La prensa impidió a Peral publicar un manifiesto aclaratorio, por ello tuvo que hacerlo pagando a una revista humorística (Matute). El vilipendiado se negó a vender su invento a varios astilleros extranjeros. El submarino quedó arrumbado en una playa. Incluso en páginas oficiales de historia naval actuales se obvia el asunto. Es decir, la vergüenza subsiste.
Al decir división no hablamos de separatismo, sino de ignorancia sobre la mutua necesidad. No podemos movernos arrastrados por el vacío que crea la velocidad de otros países, tal como ocurre con los bólidos. Sobre todo cuando esos otros no saben –no lo saben—a dónde van. Pero aunque lo supieran, nosotros tenemos nuestros propios intereses. ¿Son estas actitudes las que nos han llevado de la octava a la décimo quinta posición, camino de la vigésimo octava, según economistas? ¿Es que el país se está vendiendo por parcelas depreciadas? ¿Cuánto ya no es nuestro?
Cuando un trabajador es improductivo (dicen) la empresa no duda en despedirlo o trasladarlo de puesto. Quienes nos dirigen al vigésimo octavo lugar ¿qué responsabilidad tienen? ¿Un ascenso a la incompetencia millonaria de la UE? Se dice pronto, 370 mil euros al año. Se habla de un descenso ineluctable. No creemos todo lo que se dice sobre el pib. Población, extensión, situación, riquezas naturales, clima, capital humano, son datos que no se computan, pero que intervienen. ¿Nos creemos que esas veintisiete naciones que estarían por delante tienen más de todo lo enunciado? En tal caso ¿cuál era el milagro para el anterior octavo lugar? Han de explicarlo.
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