El sábado pasado, ahíto de alegría llegué sobre las 17.00 ¡uf! Necesitaba desesperadamente meterme entre pecho y espalda una jarra bien fría de cerveza. Entré en el refugio de Respomuso (Sallent de Gállego). Me acerqué a la barra y un señor me preguntó qué quería. Yo se lo cité y delante de mí me puso una jarra de cerveza con tres dedos de espuma. Después de los cual, una voz en of quebró el silencio de la plaza diciendo: "Son cinco euros con veinte". Con incredulidad miré la jarra y no pude evitar que saliera de mi boca un "para lo que cobran, podrían poner menos espuma y más cerveza". Con mal tono, el camarero quiso darme la estocada final entre las paletillas argumentando que me diese cuenta en dónde estaba. A lo que yo, haciendo un quiebre, repuse "ya sé que no tiene competencia. Pero no me quejo del precio ni del trato desabrido, sino del exceso de espuma". El torero detrás del burladero volvió al quite mal encarado y blandiendo el estoque en alto; apuntó a mis quijadas: "Me lo tenía que haber dicho". Aunque, de esta manera le di esquinazo al puyazo del maleducado picador "¿era necesario?". Me miró con los ojos inyectados en sangre, como Pablo de Tarso, se bajó del caballo y se avino a rellenarme la jarra con algo más de cerveza. Bebí para dejar sitio en el vaso y me la rellenó. Me senté en una de las mesas y comprobé que a los siguientes clientes les servía las jarras con solo un dedo de espuma… La verdad es que salí de allí con mal sabor de boca y escaldado.
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