La iniquidad y la inmoralidad han entrado, otra vez, de lleno en la ética de la vida pública de la mano de una maliciada, en esta ocasión, hace ahora unos meses fue la UE, la que ha escogido el remo iniciado por la izquierda y los partidos colindantes. El aborto es un atropello que araña como si fuese un alacrán en la moral del ser humano. La barbarie y la crueldad, mezclado con el negocio inhumano de un ser, se ve frustrado de una estacada, el comportamiento irracional de la concepción genética. Lo más delirante de este crimen es el anuncio de un genocidio.
La izquierda cuando hay elecciones, coge su remo y empieza a remar por las aguas intranquilas de ese mar embravecido, iracundo, y, como no, el aborto como un firme fundamental de los Derechos Humanos.
El aborto es un crimen de negocio. La ley española lo permite dentro de 14 y 22 semanas dentro de unos parámetros y diagnosticados por varios médicos en ginecología y obstetricia. El ser humano desde su concepción ha sido siempre el baluarte de la izquierda española. Y, no digamos del PS. Estos, empezaron con la píldora del día después, incluso a menores. ¿Saben las niñas que esta sustancia su principio activo es la levonosgestrel, con innumerables e interacciones y efectos secundarios de mucha consideración? Seguro que no. Los galenos lo saben.
Bibiana Aido, ex Ministra de Igualdad, dijo: “un feto de tres semanas es un ser vivo, pero no un ser humano”. No sé si esta señora, o señorita estará soltera, o esté casada, estaría en sus cabales. Lo que si estoy seguro que no tiene hijos, ni los tendrá. No sabe lo que se pierde. Me gustaría haber visto a la madre de esta abortista y con la alegría del primer lloro que echó usted al nacer. A todas estas señoras y a los hombres abortistas yo les diría, pregúntenles a sus madres: ¿querida mamá, por qué me dejaste nacer?
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