Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Política | PP

Rita Barberá, la mujer sin vergüenza

La alcaldesa que desafió al PP
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 16 de septiembre de 2016, 08:41 h (CET)
El verano del año 1991 Rita Barberá vio cumplido su deseo de ser Alcaldesa de València. Los valencianos mayoritariamente, que no con mayoría, habían votado a Clementina Ródenas, candidata del PSPV-PSOE que había gobernado la ciudad desde la dimisión del anterior alcalde Ricard Pérez Casado. Y aunque Rita no tenía los votos suficientes para ostentar la vara de mando de la ciudad, para llegar al sillón más alto del Ayuntamiento contó con una fuerza hoy fagocitada por los de la gaviota carroñera, Unión Valenciana. UV fue una creación de la derecha, en más de un caso sus militantes y seguidores rozaron actitudes de extrema derecha, para conseguir desestabilizar a los votantes, especialmente del socialismo, mediante mentiras y esgrimiendo como banderín de enganche el denominado “peligro catalán”, señuelo que todavía hace un par de días esgrimía y agitaba en sede parlamentaria valenciana la actual mandamás del PP valenciano hablando, aún a estas alturas, de un tema como el anti catalanismo que, se ha demostrado, ya no arrastra a las masas valencianas. Los votantes valencianos han tardado más de veinte años en hacerlo pero ya se han despertado de los cantos de sirena de un PP que durante dos décadas ha estado esquilmando al pueblo de València.

Mediante el llamado “pacto del pollo”, el nombre viene de que para su constitución hizo de mamporrero un conocido industrial del sector avícola, Rita Barberá y Vicente González Lizondo se repartieron los cromos y el pastel del poder. Para una fue la alcaldía de la capital del País Valencià y para el otro la Presidencia de les Corts (el parlamento valenciano). Pero en aquel momento el PP ya le dio a UV el abrazo del oso y, elección tras elección, los defensores de las “esencias valencianas” fueron engullidos por las voraces ansias de la gaviota carroñera. UV se plegó a los designios de un PP, en el que Rita siempre ha gobernado aún sin ocupar el primer lugar. Para quedarse con el santo y la peana de los unionistas el PP utilizó las listas electorales y los cargos, todavía hoy entre sus parlamentarios y militantes destacados figuran algunos nombres provenientes de UV que no tuvieron vergüenza alguna para vender su militancia por un plato de lentejas en forma de un cargo con un buen sueldo.

Y Rita Barberá se erigió en ama y señora de la ciudad, presidía procesiones, visitaba los mercados, inauguraba plazas aunque la urbanización del barrio no existiera, vetaba periodistas en actos municipales, lo sé por propia experiencia, y se daba baños de multitudes haciendo crecer el número de sus seguidores, que nunca llegaron a conocer la verdadera Rita, aquella que les abrazaba por la calle, que les hacía creer que con ella al frente la ciudad sería conocida en todo el mundo. La Rita que está en las hemerotecas, a una Rita altanera, sin reconocer errores, con un punto de chulería ante sus contrincantes políticos a los que despreciaba. Rita siempre pensó que la ciudad era suya, al fin y al cabo los votantes la premiaban cada cuatro años con unas mayorías absolutas insultantes. Pero llegó un día en el que los votantes cambiaron de opinión, Abraham Lincoln decía “se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempos” y los valencianos, hartos de que les cuenten cuentos, decidieron hace poco más de un año enviar fuera del Ayuntamiento a la que había sido su alcaldesa durante más de veinte años. Aquella fue la noche triste de Rita Barberá que, expresivamente al conocer los resultados, decía a uno de sus conmilitones, “qué hostia, qué hostia”. Y no sabía que lo peor todavía estaba por llegar.

Con el paso del tiempo la soberbia, las malas maneras y los trapicheos han dado con quién se creía intocable, en los pasillos judiciales. Y para nada han servido las tretas indignas de Rajoy y sus palmeros colocándola en el Senado para ampararla bajo el paraguas del aforamiento. El auge y caída de la ex alcaldesa de Valencia tiene ciertas similitudes con el mafioso Al Capone al que la justicia nunca pudo llevar a la cárcel por sus muchas fechorías pero que, finalmente, acabó sus días en Alcatraz por evasión fiscal. La que fue llamada “alcaldesa de España”, la que Aznar, Rajoy y el PP en pleno admiraban, la que se daba golpes de pecho en cualquier evento religioso en la Catedral valenciana, la que presidia procesiones sonriente y saludando a un lado y otro de la calle, ha caído en desgracia y por mil miserables euros ha truncado su carrera política, imputada, ahora se dice investigada, por blanqueo de dinero. Y es que, visto lo visto, y ante tantos antecedentes parece ser que el PP lleva años cometiendo delitos electorales financiándose ilegalmente y repartiendo sobres con billetes de 500 euros provenientes de comisiones por adjudicación de obras y contratos.

Rita Barberá ha dejado al PP con el culo al aire, y también a Ciudadanos, que ayer se llenaban la boca hablando de decencia política y hoy ya aceptan que Rita no fuera expulsada, gaviotas y naranjitos son igual, la ética no la conocen, y sus principios son como los de Groucho Marx, “si no le gustan estos , tengo otros principios”. En el PP las primeras horas fueron de desconcierto, y, creo, que también de cierto paripé y sobreactuación teatral, una diputada indicaba a Rita que dimitiera “echando leches” mientras Rajoy callaba y pedía el plasma por si tenía que presentarse ante la prensa y dar explicaciones. Rita iba en el AVE camino del Senado, alguien la avisó y bajó en la estación de Cuenca para volver a València y meditar qué tenía que hacer, y lo hizo a media tarde, un simple comunicado diciendo que se daba de baja en el partido pero que seguía en el Senado. Inconcebible tal desprecio a los valencianos, ella cree que el escaño es suyo, pero en realidad ningún valenciano, de manera directa, la ha votado para tal puesto. Fue nombrada senadora por el Parlament valenciano en el cupo que correspondía al PP, ahora no es posible revocar el nombramiento y hasta el mismo PP de València ha firmado, junto con el resto de partidos parlamentarios, una declaración reprobando la actitud de la ex alcaldesa.

Primero Bárcenas retira la acusación contra el PP, ahora Rita se queda con su escaño del Senado, y cuando estoy acabando de escribir aparece una nota que indica que, tal vez, Francisco Camps, “el curita”, también está implicado entre los nombres que aparecen en la “Operación Taula” por la que cayeron Rus, anterior presidente de la Diputación, y todos los concejales del PP en el Ayuntamiento de València menos uno de ellos. Algo huele a podrido en las calles Quart y Génova. Me pregunto cómo es posible que en unas hipotéticas terceras elecciones vuelva a ser el PP el partido más votado. Si una parte del electorado es un electorado secuestrado y la Ley d’Hont favorece a algunos partidos en los distritos electorales pequeños es hora ya de que aquellos que se reclaman representantes del progreso y la izquierda se pongan a trabajar, aparquen sus diferencias y aprieten el acelerador de un país que, entre unos y otros, lleva un año con el freno de mano puesto. No creo que la mayoría de los ciudadanos españoles se merezcan el triste espectáculo que nos están dando unos y otros, ni tampoco que durante cuatro años más tengan que sufrir el ordeno y mando de un PP que, está bastante claro, miente continuamente, no cumple con su programa electoral y en el que nadie dimite y se va a su casa. Un Presidente, aunque sea en funciones, que en los últimos días, con el caso Soria, ha mentido a los electores en cualquier otro país con una democracia plena ya estaría en casa leyendo el Marca y fumando un Cohiba.

Noticias relacionadas

Europa se muere, ya está agonizando, esperando defunción y funeral. Mi intención como columnista, no es alarmar, es reconocer y asumir la verdad. Por ejemplo, hace un siglo Venezuela estaba entre los países más ricos y hoy la realidad es muy diferente. En la actualidad países como Lituania, en 10 años, ya ha alcanzado el nivel de España.

El centro educativo es un microcosmos que refleja, en alguna medida, la sociedad en que vivimos. Al margen de la práctica que en ella se desarrolla, en algunas ocasiones, las actitudes inadecuadas o disruptivas, protagonizadas por los alumnos, que pueden considerarse cosas de niños, dependiendo de la gravedad de las mismas, reproducen actitudes que vemos también fuera de las aulas, fruto, tal vez del desconcierto actual de la sociedad.

El tema de la regulación emocional y el control de las emociones está de actualidad también en el siglo XXI, al igual que en el anterior. Vivimos en la realidad social del espectáculo y la diversión. Algunos pensadores como es el caso de Mariana Alessandri hablan de una sociedad enferma que solo quiere la alegría vital sin sombras y sin ningún dolor, sufrimiento o problemas, algo absolutamente imposible. Solo se quiere el sol, pero no la sombra.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto