El PP ha mantenido en la presidencia del Parlament Balear a alguien que declaró haber “perdido los papeles” para encontrarse a sí mismo un instante después destruyendo la foto de Aurora Picornell, un símbolo del antifranquismo y de quien en octubre de 2022 encontraron sus restos en una más de las fosas comunes que aquellos asesinos sembraron por todos los rincones.
Esto ocurrió el 18 de junio y los del PP han confirmado a Le Senne el 3 de septiembre, por lo que tampoco merecen la comprensión del error que en ocasiones es producto de decisiones precipitadas.
Por tanto, es evidente que para Feijóo y los suyos son aceptables los gestos de cualquier cargo público siempre que sirvan para odiar a las víctimas de quienes se sumaron al golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Son, los del PP, esa clase de franquistas que pueden disfrazarse de cualquier otra cosa durante 24 horas al día menos un minuto, ese momento nunca buscado en el que la vida les obliga a definirse. Entonces eligen siempre lo que les pide el peor de los cuerpos sin alma que llevan dentro, incluso ofendiendo a miles de inteligencias de cualquier tendencia cuando repiten sin parar que Le Senne debe dimitir, pero manteniéndolo en el cargo si no lo hace.
Y cuando algún juez definitivo condene a Le Senne, si tal cosa llega a ocurrir, ya no servirá para nada, pues habrán pasado años y ni siquiera tendrá que devolver las retribuciones no merecidas.
Qué final tan distinto al de Alberto Rodríguez, aquel diputado canario del Congreso a quien le quitó el escaño una Meritxell Batet que ni siquiera se atrevió a esperar a un Tribunal Constitucional que, como tantas veces en contra del más débil, cuando dicta una sentencia que le favorece es siempre demasiado tarde. Parece calculado.
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