Es humano no vivir en un estado de preocupación constante, pero lo que no lo es, es enterrar bajo la capa del olvido las heridas y el sufrimiento de tantos hermanos que siguen padeciendo en el mundo el horror de la guerra. Por eso hay que agradecer especialmente las palabras del Papa Francisco que, de forma recurrente, nos interpela para que no sucumbamos a la cruel cultura de la indiferencia, que suele venir de la mano de ese olvido.
El pasado día 1, el primer domingo del mes, tras el habitual rezo del Ángelus en El Vaticano, Francisco, el Papa, volvió a pedir la paz en Oriente Medio y en Ucrania. El Papa hacía un llamamiento claro y valiente para que no se detengan las negociaciones del alto el fuego en Gaza, para que Jerusalén siga siendo un lugar de encuentro entre religiones, para que se evite una ampliación del conflicto y para que se respete el status quo de los santos lugares.
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