Tanto los flujos migratorios como las emergencias humanitarias son dos fenómenos presentes en nuestras sociedades que interpelan a la conciencia ciudadana, como quedó reflejado en el reciente discurso del Rey Felipe VI.
Según los datos de la ONG Caminando Fronteras, el año 2024, acabado hace un mes, ha dejado un saldo dramático en las costas españolas. Han sido 10.457 personas, una media de 30 víctimas diarias, las que han perdido la vida o han desparecido intentando llegar a nuestras costas. Este pasado año nos ha dejado un récord histórico de llegadas de migrantes, con un total de 57.738, solo comparable a lo que ocurrió en 2018. En términos absolutos, Canarias ha recibido casi 45.000 personas. Son cifras que demandan una respuesta adecuada tanto desde el punto de vista político como social. Que el Gobierno de Canarias haya recurrido a la vía judicial para que el Estado asuma su responsabilidad ante la situación límite que se vive en las islas refleja la incapacidad política para afrontar esta realidad.
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