En el escenario político, Vox es algo más que un movimiento o formación política al uso. Representa, como se escribió hace tiempo en la prensa escrita, “el voto de don Pelayo”, a quien le tocó decidir entre dos posturas: tirarse al Cantábrico con los suyos, o dar batalla a los sarracenos, que ya tenían tomada toda España. Y don Pelayo optó por la segunda, tal como hizo Vox hace unos años en esa lucha incruenta, pero real, para conquistar la política española.
El pueblo soberano español ha visto y percibido en Vox una España siempre viva y despierta, a la que quieren adormecer, acallar y encasillar en lo políticamente correcto: confundiendo, manipulando, dividiendo sus regiones, olvidando su proyecto común como nación dentro de la Unión Europea.
Gracias a Vox, los españoles se sienten identificados como la voz auténtica del pueblo para recuperar su unidad, disminuir su deuda y retirar toda ley que mate a sus criaturas, a nuestras futuras generaciones. Vox alumbra la España despierta defendiendo a sus fieles patriotas, sus raíces e historia.
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