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En el escenario político, Vox es algo más que un movimiento o formación política al uso. Representa, como se escribió hace tiempo en la prensa escrita, “el voto de don Pelayo”, a quien le tocó decidir entre dos posturas: tirarse al Cantábrico con los suyos, o dar batalla a los sarracenos, que ya tenían tomada toda España.
El bipartidismo se pelea, se insulta, se hace la cama mutuamente, se tira los trastos a la cabeza, pero siempre llegan a consensos que la mayoría ciudadanos de a pie ya no nos creemos, son falsos consensos. El bipartidismo ha logrado crear ciudadanos de primera y de segunda categoría en función de su lugar de nacimiento.
Vivimos en un país cainita que lleva toda la vida con sus habitantes tirándose los trastos a la cabeza. Desde que dimos el vuelco hacia la democracia, ya hace casi setenta años, vivimos en un ambiente político que se preocupa más de resaltar lo que nos separa, que de poner en marcha lo que nos une.
El pecado más grave en los políticos actuales es pensar que se deben al partido que les aupó al cargo. Por encima de ese pecado está la deformación autócrata, el partido es mío y yo elijo, no un equipo coherente, sino un equipo obediente. La escala, a todos los niveles de la administración, es una imagen fiel de la primera escalera... Servicio, es esclavitud moral y formal.
Nada se entiende sin amor, será el modo de abrazar la paz y de resplandecer armónicamente de manera auténtica, cuestión más que requerida en estos tiempos de confusión y simulación permanente. Parece que nos hubiésemos globalizado para martirizarnos entre sí, en lugar de hermanarnos, de engrandecernos como familia y generar moradas con un símbolo de esperanza.
La economía alemana no colapsará. Si hicieron lo imposible para evitar que cayeran los bancos por ser demasiado grandes, muchos más cielos y tierras moverían para que Alemania no se vaya al garete. Aunque, eso sí, yo creo que se va a cerrar una época y que a la nación que viene imponiendo los intereses de su gran industria al resto de Europa se le viene abajo el modelo económico en el que ha basado su dominio durante las últimas décadas.
El momento actual no es más difícil que en otras ocasiones. Por eso, tenemos que aprender a coexistir con los períodos de tribulación, a no desfallecer jamás; porque de la fortaleza de unidad entre todos, se sale siempre reforzado, en la medida en la que estemos dispuestos a aprender la lección. Sólo así creceremos internamente, que es lo que nos ayudará a fraternizarnos.
Necesitaremos tomar aire, pero ningún ser humano por ínfimo que nos parezca, puede hallarse sin perspectiva de camino. Cada continente arropa sus propias esperanzas en la singularidad de la acción cooperante, lo que nos obliga a ir unidos en la diversidad, que es donde verdaderamente está el enriquecimiento de lo trazado.
La penuria más grande de una sociedad, radica en las tremendas desigualdades entre análogos. Por una parte, tenemos ese mundo privilegiado, que del principio al fin lo conforma a su antojo, sumido tanto en el vacío como en el vicio, en el endiosamiento como en la inhumanidad entre sí. Al otro lado, está ese otro mundo hundido en la pobreza y en la mayor de las desdichas; hasta el punto de que la misma sociedad a la que pertenece, lo contamina y lo excluye.
No hay mejor propósito de continuidad existencial que salir de uno mismo, de esos callejones oscuros de intransigencia y odio, que a veces coleccionamos sin darnos cuenta, para verse en los demás y comprendernos. Realmente no es fácil captar la dificultad de ser dueño de uno mismo para poder entendernos.
Ha sido una convivencia digna de ver. Miles de españoles de todas las provincias, ofreciendo lo mejor de su tierra y el mejor deseo para España: la convivencia en la unidad. VOX, no dio, como se diría, la campanada, no, simplemente, abrió 52 folletos con la sencilla historia de cada rincón histórico de nuestro País.
Hermanos y hermanas: sobre todo mucha calma. No nos agobiemos. Tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, sino el mejor. Con unos profesionales que nos los quitan de las manos en otros países por su valía. Nuestros políticos, de momento están teniendo altura de miras. Tal vez porque a todos les está tocando en mayor o menor medida algún caso en su entorno o en sus propias carnes.
Aprender a vivir con las dificultades que ahora tenemos es un camino difícil. Pero lo vamos a hacer.
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