La política generalmente refleja la cultura que domina en un determinado período o en un determinado país. Donald Trump triunfó en la década que va de 2010 a 2020 porque encarnó, en gran medida, un sentimiento dominante: la indignación. La clase rural blanca se sentía estigmatizada y reclamaba reconocimiento y una mayor representación.
Trump era perfecto para ese momento. Desdeñado por las élites, era el hombre que encarnaba la lucha contra el establishment. Trump se ha alimentado de un discurso basado en la decadencia del país. Según él, los migrantes, los intelectuales, los progresistas, habrían destruido las esencias norteamericanas. Había que hacer América grande de nuevo.
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