Si en una parroquia se anunciase que quedaba prohibida la comunión en la mano y que la comunión de los fieles sería de rodillas y en la boca, no habría espacio para la cantidad de fieles que acudirían. Muchos católicos ya estamos doloridos y cansados de ver cómo es tratada la divina Eucaristía. Hagan la prueba y quedarán atónitos de la cantidad de fieles que acudirían. La persona humana está hecha a imagen y semejanza de Dios y necesita algo espiritual que dé sentido a su vida. Mucha gente joven padece un vacío existencial y, según dijo el Doctor Morales en relación a las apariciones de la Virgen en Garabandal, las personas tienen "hambre de Dios", y este "hambre" solo se puede saciar con lo sagrado.
Quiero terminar este escrito con dos vivencias personales. Estoy en Aguilar de Campoo desde hace bastantes años; como no había comulgatorio, yo comulgaba de rodillas en el peldaño, y nunca los sacerdotes de la parroquia me pusieron impedimento alguno. En una ocasión, celebraba el Santo Sacrificio de la Misa un sacerdote que yo no conocía; estaba de rodillas, y al llegar junto a mí me dijo alto y despóticamente: "Usted no tiene más fe que los demás, póngase de pie". Le contesté que yo hacía lo que manda la Iglesia. No quiso hablar conmigo y me dijo que era o había sido —no puedo precisar— presidente de la Comisión Nacional de Liturgia. Claro, así está la liturgia.
Esto es reciente. Sigo por TV la toma de posesión del nuevo obispo de Alcalá de Henares, y a la hora de dar la comunión a los fieles, hay un reclinatorio. El obispo, él solo, dio la comunión a los fieles de rodillas y en la boca. La misma ceremonia se repitió poco tiempo después en la ordenación del nuevo obispo de Madrid; sin embargo, en esta ocasión, la comunión a los fieles fue dada de pie y en la mano.
Termino con un dato significativo: al obispo de Madrid poco después lo han nombrado cardenal.
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