Pedro Sánchez y sus disciplinados ministros han estado durante una larga temporada enfangando los escaños y pasillos del Congreso, con una lluvia de insultos, mentiras y hasta vulgares gestos hacia la oposición parlamentaria. Lo que ellos no podían imaginar es que un “fango real”, causado por un incontrolado e inesperado aluvión de turbulentas aguas acompañadas de “cañas y barro” como consecuencia de una gota fría, ahora conocida como Dana (Depresión Aislada de Niveles Altos), iba a dejar un reguero de destrucción y muerte en la región de Valencia. El “fango” de su discurso se ha convertido en su propia pesadilla…
Me comentaba un enfermero malagueño, uno de tantos miles de jóvenes voluntarios andaluces y de otras latitudes de España, que han acudido a la zona 0, el sabor agridulce que le dejó en su ánimo la misión de generosidad y ayuda que le llevó el fin de semana a Massanasa, uno de los pueblos valencianos gravemente afectados. Según me relataba, era indescriptible su dolor e impotencia ante la visión apocalíptica de tanta gente rota por la destrucción de vidas, viviendas, comercios etc., una angustia difícil de olvidar. Lo que no se puede comprender es que ante este trágico escenario que hoy envuelve a esa querida región española de Valencia y a nuestra Nación entera, los políticos de uno u otro signo estén ofreciendo unos niveles tan alarmantes de incompetencia e incluso inhumanidad.
Por un lado Pedro Sánchez, escondido “cobardemente” bajo el paraguas del poder, huyendo ¡a Bakú! para sarcásticamente pronunciar en la Cumbre COP29, una afirmación tan absurda y frívola como esta: “el cambio climático mata”. Su falaz propósito no era otro que no enfrentarse a las urgentes preguntas e interrogantes que sobre esta catástrofe debe responder y dar cuenta ante los representantes del pueblo español. ¿Debería responder además ante la justicia, junto a algunos miembros de su gobierno, de esa “ayuda del Estado” que ha dilatado de una forma tan malvada y que con tanta vehemencia le exigieron los indignados ciudadanos de Paiporta, el día de su frustrada y accidentada visita”?
Por otra parte a Carlos Mazón, desarbolado estos “horribilis días” por los acontecimientos y enroscado en una serpiente de incomprensibles ausencias, errores y notable falta de autoridad personal y política, le esperan días amargos porque tendrá que responder política y muy posiblemente en vía judicial ante tanta demanda de explicaciones y daños que sus conciudadanos y administrados han sufrido. Es evidente que su trayectoria política tiene ya un final muy poco feliz marcado en el calendario, más bien pronto que tarde.
Me quedo con las palabras de Don Gustavo Marcelo Riveiro, párroco de San Jorge, una de las iglesias de Paiporta: “La recuperación va a ser larga y hay muchas heridas, mucho dolor y mucho enojo” pero “pienso que todo ese dolor es también una oportunidad de renacimiento espiritual y también social”.
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