Ayer estuve viendo una peli, de esas llamadas de miedo, en donde unos vampiros se bebían la sangre después de haber acuchillado a personas, succionándola. En estos filmes siempre presentan a un jefe de cara cilindrada, donde sus tornillos y roscas están deteriorados, inservibles. De pocos amigos, de aquellos que, cuando lo miras, te dan un escalofrío enorme, mejor dicho, monstruoso. Estos personajillos no reclamaban nada; como estaban comiendo, mejor dicho, saboreando el líquido elemento en silencio, sumisos, mansos, estaban asustados y, por lo que yo veía en la película, atemorizados. No fuera a ser que aquel demonio de jefe les dijera: ¡A la calle y a buscarse el sustento con el sudor… nunca mejor dicho, de la sangre!
Cuando terminó la cinta, esa fantasía de peli, por muchas cábalas que le daba a mi cabeza, no atinaba a entender con claridad lo que me decía aquella película de miedo. Bueno, sí me lo imaginaba.
Reflexionando por la mañana sobre la cinta, empecé a ver la tele. Por ella me enteré de que el llamado trapero del reino regala 400 millones a los países pobres. Como el dinero no es de este ropavejero, me trajo a la memoria la exigencia a Mazón de que “si necesita más, que lo pida”. Comprendo que hay países muy pobres, pero se da el caso de que España posiblemente está en la ruina. Aún veo a los damnificados e incluso ofendidos por este trapero del reino, los vecinos del volcán de La Palma. Hace ahora tres años y un mes; hay más de cien familias sin vivienda. Estas viven en “casas contenedor” y otras cien en casas de madera. Sin mencionar la riada de Valencia. El trapero del reino ha vuelto a las andadas. Este zafio personaje ha cambiado una vez más votos; ahora se ha comprometido con las ultras intercambiando votos para que Teresa Ribera sea elegida como vicepresidenta ejecutiva y comisaria de competencia de la UE.
Asesores y asesores de asesores, con sus ministros, saben dónde chupar de estos euros con sabor a sangre. Esto es como si fuese una cadena de montaje: en cuanto se rompa un remache, se puede ir al traste. En esta España nuestra, mejor dicho, la de estos seres de ultratumba, los chupa sangre de turno tienen derechos de pernada, o al menos les gustaría que estuviesen en vigor. A estos, les gustaría que les pasara lo que le pasó a aquella tullida que fue a Fátima para pedirle a la Virgen que obrara el milagro de su cojera, ceguera e incluso de su fealdad. Después de estar varias horas en la cola y viendo que todos salían del templo lo mismo que entraban, aquella mujer, la tullida, cuando estaba delante de la Virgen, le dijo: "Virgencita, ya que estoy aquí, déjame al menos como estoy".
Lo entrometido y curioso de este trapero y sus adeptos es que siguen chupando sangre.
|