Estimados amigos y ciudadanos: no está lejos de nosotros lo que afirmó el filósofo Byung-Chul Han en cuanto a la sociedad del cansancio que atravesamos en estos tiempos modernos. Por otro lado, también habría que hablar de la sociedad de la sospecha, de la duda, la desconfianza, el error, la denuncia. ¿Aquí cualquiera se levanta por la mañana a ver cuántas denuncias va a poner hoy? Esto se parece al patio de Monipodio de las Novelas ejemplares de Cervantes, en concreto Rinconete y Cortadillo, donde se pagaba para dar unos coscorrones o palos a cualquiera. Ahora, en vez de eso, se envían denuncias, querellas, reclamaciones, comentarios periodísticos, órdagos de opiniones y contraopiniones. ¡Ojo con lo que dices en una red social, puede ser tu tumba o una trampa si algún corifeo te malinterpreta! Ojo al dato: lo que haga falta para derrotar a ese otro alter ego, sea el enemigo político, empresarial, de carrera, qué más da, o incluso tu propio cónyuge, etc.
Y no es que no sea justo usar ese derecho, pero el abuso del derecho, la exacerbación de la justicia, el judicializar todos los conflictos y todas las interacciones sociales en exceso, se parece más bien a un comportamiento egoico que raya en la neurosis maquillada de esquizofrenia, y que proyecta su ámbito de influencia en la sociedad en forma de cierta paranoia colectiva.
Cuidado, amigo: ¿si Hacienda te ve, tal vez sospecha? ¿Si un agente de la autoridad te para, tal vez sospecha? Y así podemos ir al infinito. Luego, los órganos políticos de supuesto control que gritan a modo de corifeo, en vez de preocuparse más por mirar por la sociedad y sus necesidades reales, se miran el ónfalos u ombligo del partido. Eso sí, se crean tal cantidad de normas que ni Dios sabe la hora que es. Tras las normas vienen los reglamentos, órdenes, resoluciones, circulares 1, 2, 3…
¿Ha servido todo ese maremágnum legislativo para mejorar de forma eficaz y eficiente, por poner un ejemplo, el problema reciente de la DANA? Parece ser que no. Tanto monaguillo alrededor del convento político y de la competencia ha dado lugar a lo que escribía el poeta alemán Bertolt Brecht criticando a tanta jerarquía y cargo en su obra Poemas y canciones, en el poema Doctrina y opinión de Galileo, que les invito a leer.
Por favor, hay que simplificar la vida y volver a los clásicos y a la sencillez de las cosas. Ojalá la sociedad cada día sea construida en medio de la responsabilidad y la confianza. El dolor y el honor son respetables, pero no pueden tender al infinito cual número e, con ceros y denuncias inacabables. ¿También en política, en la calle, en cualquier lado? El amor, la amistad y la confianza en el otro son necesarias y posibles.
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