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Combatir el mal

El exorcismo no es un acto de superstición, sino una práctica basada en la fe, que busca devolver la libertad espiritual a quien sufre la opresión de fuerzas malignas
María del Carmen Calderón Berrocal
viernes, 20 de diciembre de 2024, 08:41 h (CET)

El exorcismo es un rito religioso realizado para liberar a una persona, lugar u objeto de la influencia demoníaca o maligna. Es una práctica especialmente reconocida en el cristianismo, particularmente en la Iglesia Católica, que establece procedimientos específicos para llevarlo a cabo y solo los sacerdotes católicos tienen facultad para exorcizar.


El tema es amplio y hay dos clases de exorcismo, menor y mayor. El menor consiste en oraciones y bendiciones destinadas a proteger a las personas contra la influencia del mal. Es usado, por ejemplo, en el rito bautismal, mientras que el exorcismo Mayor es el rito solemne realizado por un sacerdote autorizado por el obispo para enfrentar casos de posesión demoníaca, basándose en el Ritual de Exorcismos y Súplicas Relacionadas.


Indicadores de Posesión Demoníaca


Según los exorcistas, algunos signos comunes que podrían indicar la posesión demoníaca incluyen hablar en lenguas desconocidas, mostrar fuerza sobrehumana, aversión a lo sagrado y sus símbolos como las cruces, el agua bendita o las oraciones; también la revelación de información oculta o secreta que no conoce previamente quien la transmite; o cambios drásticos en la personalidad y en el comportamiento.


El Rol del Exorcista


El exorcista actúa como un mediador entre el afectado y el poder liberador de Dios. Durante el ritual, emplea oraciones específicas, lecturas bíblicas y símbolos sagrados como el crucifijo y el agua bendita. Su misión no es combatir al demonio directamente, sino invocar la gracia divina para expulsar su influencia.


Enseñanzas Claves del Exorcismo


- La importancia de la fe, pues tanto el exorcista como la persona afectada deben confiar plenamente en Dios.

- La vida sacramental siendo la confesión, la misa y la oración fundamentales para fortalecer el espíritu.

- La vigilancia espiritual, alejarse de prácticas esotéricas, espiritismo o cualquier actividad que pueda abrir puertas al mal, canales que canalicen energías negativas y hundan a la persona que se ve afectada.


El exorcismo no es un acto de superstición, sino una práctica basada en la fe, que busca devolver la libertad espiritual a quien sufre la opresión de fuerzas malignas, de energías negativas.


Carlos Martins, exorcista y experto en la realidad del demonio, relata casos reales y lecciones para combatirlo.


En Religión en Libertad, el día 9 de diciembre de 2024 da a conocer lo que serían los aspectos centrales de su misión. Este sacerdote católico de la Congregación Compañeros de la Cruz, conocido mundialmente por su labor como exorcista, experto en reliquias y divulgador de la realidad del mal, presentó aspectos centrales de su misión que han quedado plasmados en su más reciente libro, The Exorcist Files: True Stories About the Reality of Evil and How to Defeat It (Los archivos del exorcista: Historias reales sobre la realidad del mal y cómo derrotarlo), una obra que ya ha generado interés en medios internacionales como el Daily Mail.


Martins explica que su publicación, de menos de 300 páginas, no busca explotar el morbo de los exorcismos, sino ofrecer enseñanzas útiles sobre cómo enfrentar la acción ordinaria y extraordinaria del demonio.


El demonio es la representación del mal, en el más amplio sentido del término, mientras que el bien, en el más amplio sentido del término y concepto sería lo que entendemos por Dios, la máxima expresión de energía positiva, de donde todo procede y hacia lo que “todo” se encamina, no encaminarse al BIEN es ir a contrapelo.


Casos impactantes y las lecciones que dejan


Entre las historias reales narradas en el libro se encuentra la de una joven pareja que buscaba desesperadamente tener hijos. Martins relata cómo el vacío emocional de la esposa la llevó a obsesionarse con objetos de bebé y, posteriormente, con prácticas aberrantes como recolectar cadáveres de animales. En un momento crítico, el marido presenció cómo ella, con una voz inhumana, lo rechazaba al acercarse. Fue entonces cuando recurrió al sacerdote, quien enfrentó a lo que describió como "el desprecio de la antigua serpiente". Tras ocho sesiones de exorcismo, lajoven fue liberada y aprendió que podía hallar su propósito solo en Dios.


Otro caso descrito por Martins advierte sobre los peligros de la güija. Jeremy, un joven educado y amable, comenzó a sufrir episodios inexplicables décadas después de participar en una sesión espiritista cuando tenía ocho años. Martins narra cómo el demonio, que había prometido cumplir los deseos infantiles del muchacho, se manifestó durante el proceso de liberación y cómo solo el reconocimiento de Cristo por parte de Jeremy permitió su salvación.


Por último, Martins aborda fenómenos aparentemente menores, como una mujer que experimentaba ruidos y voces tras mudarse a la casa de su tío. Un objeto en la vivienda, una caja de música sin mecanismo, resultó ser el origen de la actividad demoníaca. Tras bendecir el hogar y el objeto, los incidentes cesaron por completo.


Una misión de advertencia y esperanza


Martins subraya que los casos de exorcismo no solo revelan el poder del mal, sino también la supremacía de la Iglesia Católica en este campo, instando a no buscar ayuda en prácticas espiritistas o curanderos. Como recuerda, “al final, el propósito siempre es encontrar a Dios y confiar en su amor para superar cualquier circunstancia”.


Las Órdenes Menores y el Exorcizado


En el contexto de la carrera eclesiástica dentro de la Iglesia Católica, el exorcizado era una de las órdenes menores tradicionales antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Estas órdenes menores formaban parte del proceso de preparación hacia el sacerdocio.


La carrera eclesiástica se dividía en órdenes menores y mayores, las mayores eran diaconado y presbiterado; y las órdenes menores eran los grados que los seminaristas recibían escalonadamente antes de ser ordenados diáconos y, finalmente, presbíteros o sacerdotes. Las principales órdenes menores incluían:


1. Ostiariado (portero).

2. Lectorado (lector).

3. Exorcizado (exorcista).

4. Acolitado (acólito).

5. Subdiaconado


El exorcizado, que es el caso que nos ocupa, tenía el propósito simbólico y práctico de preparar al seminarista para la batalla espiritual contra el mal. Aunque no significaba que el ordenado pudiera realizar el rito solemne de exorcismo mayor, que siempre ha requerido un mandato específico del obispo, la orden confería la capacidad de realizar ciertos ritos de protección y bendición relacionados con la lucha contra el mal.


Funciones del Exorcizado


El Exorcizado tenía como tarea principal asistir en la preparación de los catecúmenos para el bautismo. Esto incluía rezar oraciones de liberación y protección para quienes se preparaban para ser incorporados a la Iglesia. Estas oraciones eran consideradas una forma de exorcismo menor. El objetivo es liberar al neonato del “pecado original”, aquel supuestamente cometido por Adán y Eva, que siguieron los consejos del mal y se apartaron de lo correcto. En realidad la Iglesia, en este punto, está admitiendo entre líneas, el tema de la reencarnación de las almas. El alma que ha recibido en sí el pecado se encarna nuevamente en un nuevo ser (humano o no humano, según el brahamanismo) que es llevado a bautizar para limpiarlo de todo pecado o mal que le impidiese acercarse al bien supremo, que en la Iglesia se entiende con el concepto y denominación de “Dios”, en otras culturas es Yhaveht, Alá, etc.


Cambios tras el Concilio Vaticano II


Después del Concilio Vaticano II (1962-1965), las órdenes menores fueron reorganizadas en el documento Ministeria Quaedam (1972) por el Papa Pablo VI. Las órdenes de lectorado y acolitado se conservaron como ministerios laicales, mientras que las demás órdenes menores, ostiariado, exorcizado y subdiaconado, dejaron de conferirse de manera formal. Sin embargo, el papel del exorcista como ministerio específico dentro de la Iglesia Católica permanece, aunque está reservado a sacerdotes designados por el obispo para el rito de exorcismo.


Significado


El exorcizado, como una de las órdenes menores, simbolizaba la preparación del clérigo para enfrentar las realidades del mal espiritual y asistir en la lucha por la santificación y liberación del alma humana. Aunque ya no existe como orden menor, su significado permanece en el ministerio del exorcismo practicado por sacerdotes autorizados.


En la carrera eclesiástica contemporánea, los grados o etapas por los que pasa un candidato al sacerdocio en la Iglesia Católica han evolucionado significativamente tras las reformas del Concilio Vaticano II (1962-1965) y la promulgación del documento Ministeria Quaedam (1972) por el Papa Pablo VI. Aunque las órdenes menores tradicionales han sido simplificadas, el proceso actual incluye ministerios instituidos, grados de órdenes sagradas y etapas de formación específicas.


Etapas de la Carrera Eclesiástica contemporáneamente


La carrera eclesiástica hoy día incluye grados y etapas principales que van desde los ministerior instituídos a las órdenes sagradas propiamente dichas.


1. Ministerios instituidos o pre-sacerdotales son ministerios laicales que son otorgados oficialmente a quienes están en formación para el sacerdocio, pero también pueden conferirse a laicos varones comprometidos con la Iglesia y son el lectorado por el cual el candidato Instituido como lector, es encargado de proclamar la Palabra de Dios en la liturgia, excepto el Evangelio, así como preparar a otros para leer en contextos litúrgicos. El acolitado faculta para que el acólito asista en el altar durante la misa, distribuya la Eucaristía como ministro extraordinario y prepare a los fieles para recibir la comunión.


En 2021, el Papa Francisco, mediante el motu proprio Spiritus Domini, permitió que tanto hombres como mujeres fueran admitidos en estos ministerios instituidos.


2. Órdenes sagradas

Las órdenes sagradas se dividen jerárquicamente en tres grados, que son sacramentos en el pleno sentido. Diaconado (diácono) seróa elprimer grado del sacramento del Orden. Puede ser conferido a candidatos casados (diaconado permanente) o célibes (el diaconado transitorio) que se están preparando para el sacerdocio. Los diáconos asisten al obispo o al sacerdote en la liturgia, proclaman el Evangelio, predican y realizan bautizos, matrimonios y funerales sin misa. El Presbiterado (sacerdote) es el segundo grado del Orden Sagrado. Los sacerdotes son los principales colaboradores del obispo, especialmente en la administración de los sacramentos, la celebración de la Eucaristía y el cuidado pastoral de las comunidades. El Episcopado (obispo), es el grado más alto del sacramento del Orden. Los obispos tienen la plenitud del sacerdocio, actuando como sucesores de los apóstoles. Son responsables de enseñar, santificar y gobernar en sus diócesis.


3. Etapas previas y de formación

La formación sacerdotal incluye varias etapas antes de recibir el diaconado o el sacerdocio: Candidatura, donde el seminarista se declara públicamente como candidato a las órdenes sagradas. Es un paso formal que precede al diaconado. Rito de admisión que marca el compromiso de los aspirantes con su vocación, siendo el primer paso oficial hacia las órdenes. La formación espiritual y académica, donde los candidatos asisten a seminarios donde reciben formación teológica, pastoral, humana y espiritual.


4. Ritos menores

No son obligatorios.Aunque las órdenes menores como el ostiariado, el exorcizado y el subdiaconado han sido suprimidas, algunos de sus elementos se preservan en ceremonias simbólicas en comunidades religiosas tradicionales o en el rito extraordinario, que es la forma preconciliar de la misa.


En la actualidad, la carrera eclesiástica se centra en loss Ministerios instituidos: lectorado y acolitado; Órdenes sagradas: diaconado, presbiterado y episcopado; y la Formación integral: con ritos y etapas que reflejan el compromiso progresivo del candidato hacia el sacerdocio. Este modelo responde a las necesidades pastorales contemporáneas, buscando una preparación sólida y un discernimiento más profundo para los candidatos al servicio de la Iglesia.

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