Herrada de Landsberg, enciclopedista medieval

Herrada de Landsberg, nacida en 1125 en el castillo que lleva su nombre, enclavado en la región del Bajo Rin, fue una de las figuras más destacadas de su tiempo. Monja alsaciana y abadesa de la abadía de Hohenburg, en los montes Vosgos, su nombre quedó ligado a una de las joyas enciclopédicas de la Edad Media: el Hortus Deliciarum, en castellano El Jardín de las delicias, una obra ambiciosa que encapsulaba el conocimiento y el arte de su época.

Autorretrato en el Hortus Deliciarum

Una vida dedicada al saber y a la fe

Proveniente de una noble familia alsaciana, Herrada abrazó la vida monástica siendo aún muy joven, ingresando en la abadía de Hohenburg, también conocida como Mont Sainte-Odile, situada a apenas quince kilómetros de Estrasburgo. Este monasterio, bajo la dirección de la abadesa Relinda de Hohenburg, una monja bávara enviada desde Bergen y que gozaba del favor del emperador Federico I Barbarroja, algo que garantizaba su prosperidad y su papel como centro de reformas eclesiásticas. En ese entorno de privilegio, Herrada recibió una educación excepcional para una mujer de su tiempo, una formación que sería crucial para su labor posterior como líder y educadora.

Con los años, Herrada alcanzó un lugar de autoridad dentro de su comunidad y, en 1167, tras la muerte de Relinda, es elegida abadesa, cargo que ocuparía durante 28 años. Durante su mandato, no solo consolidó el poder de la abadía sobre sus tierras circundantes, sino que también emprendió la reconstrucción del monasterio, siendo su mayor legado su obra literaria y artística, concebida como herramienta de enseñanza para las monjas bajo su guía.

El Hortus Deliciarum: una enciclopedia medieval de las ciencias

Hacia 1165, Herrada comenzó a trabajar en el Hortus Deliciarum, una monumental enciclopedia que abarcaba teología, filosofía, literatura y las ciencias conocidas de su época. La enciclopedia fue concebida para instruir a las monjas, el manuscrito no solo recogía textos, también los enriquecía con 336 ilustraciones, muchas de las cuales presentaban gran carga simbólica. Las imágenes representaban desde temas teológicos hasta episodios históricos y experiencias personales de la autora y poseían una viveza e imaginación poco comunes entre los artistas de su tiempo.

El Hortus Deliciarum era una obra multifacética y sus textos, aunque a menudo marcados por las irregularidades del latín medieval, destacaban por su musicalidad y su capacidad para transmitir una fe sincera. Las ilustraciones suponían el complemento perfecto, contribuyendo a hacer de esta enciclopedia un manual educativo único en su género.

Incluía retratos de sus hermanas religiosas en el monasterio. La técnica de algunas de estas ilustraciones ha sido muy apreciada pues demuestra una imaginación muy extraña y peculiar entre los artistas contemporáneos de Herrada. La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la Antigüedad y de autores paganos contribuyó también a la fama de Herrada.

Entre los temas tratados en el manuscrito destaca la batalla entre la Virtud y el Vicio, representada con un despliegue visual extraordinario que antecede a los textos explicativos. Asimismo, la obra incluía extractos de autores clásicos y paganos, cuya poesía era adaptada para ensalzar los valores cristianos. A pesar de algunos defectos comunes en las obras medievales, como faltas de ortografía y giros estilísticos poco convencionales, el Hortus Deliciarum lograba su propósito que era ser un homenaje a la divinidad y una herramienta de formación espiritual y cultural.

El trágico destino del manuscrito

El manuscrito original del Hortus Deliciarum permaneció durante siglos en la abadía de Hohenburg, hasta que la Revolución francesa lo trasladó a la biblioteca municipal de Estrasburgo. En 1818, Christian Moritz Engelhardt tuvo la previsión de copiar sus miniaturas, mientras que Straub y Keller publicaron el texto entre 1879 y 1899. Esta labor fue providencial, pues el manuscrito original desapareció en el incendio de la biblioteca durante el asedio de Estrasburgo en 1870, en plena guerra franco-prusiana.

La pérdida fue irreparable, pero las copias realizadas por Engelhardt y otros estudiosos permitieron preservar el contenido y la esencia de la obra, asegurando que el legado artístico y literario de Herrada de Landsberg continuara siendo admirado.

Hoy, el Hortus Deliciarum sigue siendo un testimonio del genio creativo de una abadesa que supo transformar su entorno en un semillero de conocimiento y espiritualidad.