En el día a día de nuestra corta o larga vida, según se mire y según qué circunstancias, se producen pequeñas situaciones, insignificantes “curiosidades curiosas”, pero que han entroncado de lleno con nuestra idiosincrasia o han llegado a formar parte de nuestro rutinario “modus vivendi”. Chesterton lo explicó muy bien : “No hay cosas sin interés, tan solo personas incapaces de interesarse”. Sin embargo, se dan otras peculiaridades, que pertenecen al capítulo de lo incívico o al incivismo: si recurrimos al diccionario podemos leer que incívico es que denota falta de civismo. ¿Qué es lo contrario, lo antagónico? Cortesía, educación, ciudadanía y urbanidad.
Así, podemos enumerar conductas a erradicar: El portero automático, el teléfono fijo o el móvil son artilugios que están dotados de altavoces y amplificadores, entonces... ¿por qué se grita tanto?
Cualquier plaza, calle, transporte público pueden dar fe de falta de intimidad. Igualmente abundan los bochornos, sofocos, discusiones en lugares cerrados como cines, bibliotecas, iglesias, aulas... ¡Todo queda al descubierto!
Las discusiones son asiduas en reuniones, donde se producen charlas, coloquios, debates o comentarios a voces..., ¿y cuál es la consecuencia? Ronqueras crónicas, muerte súbita de neuronas, rostros congestionados, pérdidas auditivas... ¿Y a alguien se le ocurre bajar el volumen? ¡Incomprensible!
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