Sin entrar en los significados crípticos de los jeroglíficos en las civilizaciones antiguas, mantienen en la actualidad un interesante atractivo; con cuatro signos bien dispuestos, sacan a relucir detalles importantes de cuanto acontece, que de otras maneras pueden pasar desapercibidos. Vienen a insinuarnos como un EXTRACTO informativo singular, un tanto distanciado de los razonamientos estrictos. Quizá por esa sencillez del procedimiento permiten distinguir con mayor claridad ciertos matices. Tampoco se trata de conclusiones rotundas, brotan como sugerencias, expuestas a las valoraciones posteriores por parte de los observadores. Dicha pincelada escueta puede ser más expresiva que la abundante palabrería al uso.
Un microscopio, un telescopio y un ojo enfrente de ambos. Será que agrandamos la visión de las pequeñeces, quizá minimizamos las apreciaciones de las grandezas del Universo, quedando por ver la disposición del ojo en cuestión; mirada limpia, entusiasta, turbia o con inclinaciones variadas. Tiene mucha miga esta consideración referida a los modos de mirar, cuando es evidente que no hay una sola manera de concebirla. Subyace siempre una cierta DEFORMACIÓN implícita, aplicable a cada persona; mirando a los adentros o absorto frente a los encuentros foráneos. No es una cuestión intrascendente, las repercusiones de dichas actitudes tendrán alcances distintos en intensidad y formatos.
En una ciudad cualquiera, un niño asomado al balcón, los juegos de un parque infantil desocupados y varios ciudadanos por la calle con la debida cuerda y el consiguiente perro. No se solicitan comentarios, sino la mayor precisión posible para la definición de la época reflejada en el esquema. La DEDUCCIÓN rastrea aspectos cruciales del dibujo, destaca el niño recluido en su balcón, la nula utilización del parque infantil, las ataduras arrastran a las mascotas reducidas a esa vida, con la placidez de sus controladores. La ciudad de los perros podría ser un título, que no fue solicitado. En cuanto a la impresión referida al momento apreciado, no surgen demasiadas dudas, el dibujo está muy puesto al día, actualidad patente.
En la pancarta de la plaza luce la palabra igualdad, alrededor se dibujan puertas de diverso tamaño y colorido, así como figuras humanas de alturas y dimensiones peculiares. Uno se pone a pensar como sería posible una descripción uniforme para dicho conjunto. El análisis de estructuras y personas descubre una serie interminable de matices, la complejidad de ese conjunto es manifiesta; por otra parte, como ocurre en la vida normal. La palabra descriptiva más apropiada podría ser DISCORDANCIAS, dada la radical desigualdad existente. Quizá nos interesa adaptarnos a las desigualdades, son el punto de partida inevitable, la verdadera realidad de cada persona y de cada situación.
Los jeroglíficos no se reducen a una escueta viñeta en el periódico del día; más de uno se inscribe también en las cabezas más insospechadas; sin que nadie pueda presumir de las soluciones adecuadas. Situados en el panel, productores, consumidores y consumidos, añadamos una conclusión del afamado Keynes: “Toda producción tiene como último fin satisfacer a los consumidores”. Para un ciudadano normalito, el resumen es claro, DISTORSIÓN interesada de los conceptos, máxime cuando la frase surge de un estudioso del asunto. La frase no entronca de ningún modo con la realidad, ni siquiera en sentido figurado. La ironía adquiere visos de perversidad si la cotejamos con las prácticas habituales.
Si nos presentan una viñeta con un laberinto central y ciudadanos a su alrededor, con la petición de descubrir al organizador; inicialmente nos quedamos estupefactos por falta de datos. Más tarde entrevemos que las circunstancias habituales nos sitúan ante muchos planteamientos similares. Nos ilustran de esos enfrentamientos con muchos retos laberínticos, no hay duda, son muchas las posibilidades aparentes sin tener a la vista el posible resultado final. En muchos trayectos se perciben numerosas fuerzas que permanecen ocultas. Y la respuesta comienza a ser evidente. Los MANIPULADORES son quienes perfilan las condiciones, escudados en sus potenciales, sin dar la cara y sin escrúpulos en cuanto a los posibles perjuicios ocasionados.
No será por falta de encuestas, estadísticas, gráficos, urnas o votos; obtenemos un panorama descriptivo saturado con todos estos estilos comunicativos. Los números permiten los variados apaños orientativos según la tendencia promotora. En los esquemas puede destacar un determinado colorido o los trazos más gruesos. En los trasiegos de las urnas, la votación es inseparable de la transparencia con informaciones nítidas. Cuando observamos estas manifestaciones así reunidas, a palo seco, sin entrar en la consideración de los matices, el dibujo es DEMOLEDOR, deletrea la progresiva desaparición del verdadero ciudadano, la desaparición de sus atributos no se puede disimular.
Claro está, que a estas situaciones desangeladas no se llega por mera casualidad, recordemos el caso venezolano. Al ciudadano se le presentan dibujos plagados de engaños. En la cima se colocan algunas figuras idílicas de ideas o proyectos. Para llegar a estos objetivos se ponen a su disposición varias escaleras mecánicas relucientes y muy bien iluminadas. Una de esas escaleras aún no funciona, en la siguiente se aprecian algunos peldaños atascados y en la tercera no puede subir cualquiera, el acceso es restringido. Es patente la TRUCULENCIA de semejantes maniobras, están bien a la vista. Con el ruido ambiental y las presiones activadas, lo que fue una sugerencia, se transformó en un peligroso desatino.
Mientras estamos vivos, el sendero laberíntico es inevitable y las inquietudes permanentes; siempre pensando en las posibles soluciones. Avizoramos el dibujo de los buenos libros para el aprendizaje, los generosos aparatos multimedia e incluso esas aportaciones incipientes de la denominada Inteligencia Artificial. Para completar la viñeta añado una sencilla bicicleta. Y me sumo al interrogante común en torno a las cuatro imágenes y sus posibilidades. A la pasividad receptora con las tres primeras, contrapongo la OPCIÓN de la bicicleta asequible, para ponerse uno mismo en marcha, sopesando sus recursos particulares y adaptarlos a las propias querencias para entrar así en sociedad.
A nadie se escapa a estas alturas la complicada maraña de los RETOS naturales a lo largo de la existencia humana en sus múltiples áreas de acción; los enigmas de fondo son insondables y el conjunto requiere de una adaptación permanente. El aditamento de los enredos artificiales incrementa notablemente las dificultades, hasta dimensiones perniciosas de enorme calado.
Las maneras de caminar y los anhelos personales configuran los dibujos existenciales, consolidan el SELLO propio, intransferible e insustituible. De tal forma, nos encontramos para cada laberinto un determinado transeúnte en busca de unos resultados siempre inciertos. El carácter de aventura es palpable, practicada con desánimo o esperanzados, según el talante desarrollado por los protagonistas.
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