Estimados conciudadanos:
Si un gobierno convive de continuo con la espada de Damocles encima de la cabeza de determinadas minorías políticas, las cuales exigen al Gobierno de España su voto favorable a los Presupuestos del Estado y otras normas generales casi un cheque en blanco —donde se les extiende el cheque y ellos ponen la cantidad—, y la confianza no está clara o ganada, al parecer, en una cuestión de confianza, y todo ello está perjudicando el bienestar de la ciudadanía y de la nación por razones de buena voluntad y necesidad socioeconómica, buscando un equilibrio en dicha paz social y dejando a un lado la conveniencia política de tener o no un sillón o diversos cargos en un Gobierno, sinceramente, cuando una institución como el Gobierno Central de España no puede cambiar las cosas, sus crisis, porque no dependen de él, no cabe otra postura que la expone la Ley Orgánica 5/85 de Régimen Electoral General para equilibrar y dar salida democrática a los desgastes y desequilibrios políticos.
Ante la falta de mayoría y de estabilidad, y ante la difícil y posible ganancia en positivo de una cuestión de confianza, no cabe otro camino que disolver las Cortes Generales y convocar nuevas elecciones.
Todo en la vida no es pasión en el Gobierno y liderazgo, porque hay una frase lapidaria que le recuerdo al Excmo. Señor D. Pedro Sánchez: “En la vida no sólo hay que tener la razón, hace falta que a uno se la quieran dar”. Y para ello, hoy por hoy, es necesario un giro copernicano. La realidad de la falta de apoyo de determinados partidos políticos de corte regionalista nos confirma que es de muy difícil o dudosa solución la superación del presente status quo gubernamental.
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