Escritor, el de los escritos, dice
Vean cómo me explayo vean
cómo me equivoco
propago erratas y chochez
Preceptor, el de los preceptos, dice:
Introductor, el de los introductos, dice:
El título es de la avanzada
alucinógena
a veces
El título avanza
aun petrificado
Comuniones insistentes:
insistencias
procurándose en comunión
Los Testigos de Cervantes:
pedido de palabras
rendimiento de palabras
El escritor no viene solo
(lector apuntado por un arma de juego)
Los libros nos miran:
“La Fábula Papal”
“Dilemama”
“De Cómo Voy a Degollar a mis Hermanos Contra mis Convicciones y la Ley”
El final me halla buscándolo:
careo, caca y cacareo
He visto así
he leído.
Se infiltran
Se infiltran en las pesadillas de tus personajes
unos que embadurnan con plumas fascistas del Ku-Klux-Klan
y sellan con sus orgías crucificantes
el colapso
Así como antes esos personajes
se infiltraron
en tus pesadillas.
Polvito de rapé para dos
Una vela para la noche en ella
reclamo con la mirada salvaje
¿Perder la mente entre vistosas mañas?
(Para un volumen en prosa con aires de lubricidad.)
Espectadores de “Hernani” de Víctor Hugo
“¡Mueran las pelucas!”
Románticos silbidos desaprueban puñetazos
y proyectiles clasicistas en aquel debut
El cuerpo a cuerpo de los cuatrocientos románticos
empecinados contraponiéndose a la mediatización
de las armas de fuego empuñadas
y disparadas algunas desde lejos
por clasicistas, calvos y genoux
aun en las cuarenta y cuatro representaciones subsiguientes
Solo, emboscado en su palco, reticente
se regodea Chateaubriand
“¿Respondes de tus hombres?”
increpa Gerard de Nerval, el emisario del autor
Balzac y Lassailly, en el primer piso del teatro
En la platea, con todo su carisma
desde su levita roja de siempre, Théophile Gautier:
“Por el cráneo donde bebió Byron en la abadía de Newstead, respondo por ellos”
Berlioz, en el segundo piso.
Colorín colorado
¿Exponer la predestinación de las perdices?
¿Exaltar la índole del apetito?
¿Guiar un tour por el masticar, el deglutir?:
Perdices
o chancho rengo.
Sopa lupina
A la marmita el lobo cochambroso
lupino el lobo
caldo la sopa
y los tres puerquitos:
buen provecho.
A Felisberto Hernández
Muequitas en el pizarrón:
escríbanme o partan tizas
Inteligiendo en las costas
los restos de un pesar
antroposófico
Caí
de fallecimiento provocado por un signo de admiración
Anticipé:
ya venía con brizna la brisa:
Alicia en el País de las Sevillanas
es una artista asediada por su vello púbico
Advertirlo
sin ablandarse en la modestia
Da sobre las cosas el sol:
sobre Felisberto da como vemos
que ve cómo da
sobre las cosas.
Martes 27/8/1996
Lo dijo la radio: Efemérides:
Hoy hace treinta años
en Buenos Aires Nicolás Olivari
el autor
dijo la radio
dio una patada final
recta a la ambigüedad y a la pacatería
Murió
dijo la radio.
Notas: Dios
¿Notas Dios?
¿En el aire, en el sueño
en la comida?
Dios da que hablar
Muy omni
cuando no quiebra
(fraudulenta)
Quita y da
sin melancolía
(¡Infames!:
no lava, Dios, dinero)
Dios
(que para eso está donde está
llegó a lo que llegó
y es lo que es)
te perdone
Dios no pasa de moda
(afinando la lapicera
ni Dios ni ¡oh, Dios!
pasan de moda)
Da que escribir
también
Dios.
Con el jardinero
De que los recuerdos afloran
intenta convencerme el jardinero
“¡Tú eres un maldito lugar común!”
le espeto entre signos admirativos
desde mi sitial de empleador
Ante lo cual el jardinero
me presenta formalmente su renuncia
Aceptada, me abandona
Y los recuerdos afloran…
La novela no vela, ¿no?
La no sobria novela dudosa no terminará de redactarse
y de aposentar en ella sus reales miserias el autor
quien no situará orondos huevos sobre mesa de altar
ni pelará lingam de glande absorto
(alardes motrices)
Ubérrimos y urentes: novelemos
espermatozoides en la hoguera
(no la contundente insignificancia es magnífica).
A Ernest Hemingway
Langostas, grillos, truchas, salamandras como carnada
insectos, larvas y escarabajos para tu anzuelo
muchacho Nick Adams, inventor de arroyos
para quien era Michigan una fiesta del verano
Las armas
del viejo Hemingway y el mar.