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Opinión
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Arte, farsa y negocio

La falta de datos en nuestro bagaje cultural juega a favor del impostor
José Antonio Ávila López
viernes, 31 de enero de 2025, 09:26 h (CET)

El arte, tristemente, está en muchas ocasiones salpicado de farsa. Cuanta más probabilidad de que el público de la zona donde se muestre el arte tenga falta de información sobre lo que se va a exponer por parte de los artistas, menos vergüenza y más atrevimiento habrá respecto a lo que enseñen esos farsantes del arte. 


No es lo mismo, por mucho que estimemos nuestro territorio, estrenar en Broadway que en Villanueva de los Infantes (con todos mis respetos). La falta de datos en nuestro bagaje cultural juega a favor del impostor, y esta carencia de información detallada, muchas veces, no nos otorga el suficiente saber para formarnos una crítica coherente; y esto, como no puede ser de otra manera, nos acobarda para sentenciar y nos lleva a decir sí a la falsedad, y tragárnosla y digerirla. 


En ocasiones nos merendamos cosas que están muy bien adornadas, pero en realidad son una pantomima de lo que anuncian, espectáculos que adulteran exponiendo mucha inexactitud y flojera sin importar si es cosa honesta, y lo hacen con la plena confianza que les da el saber que la mayoría de la gente no tenemos criterio suficiente para descubrir el engaño. 


El tramposo, amparado en el perdón que suele otorgar nuestra sociedad al negocio que bien funciona y al éxito individual, no se avergüenza de poner en práctica su truco, incluso se enorgullece de lograr que su farsa artística funcione en pos de un buen negocio. 


Existe una cita que dice así: «El ser diestro en alterar la percepción de la realidad es suficiente para poder vivir del arte sin esfuerzo y sin vergüenza».

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Transcurren días de confusión, o así me lo parece, inmerso en la actual vorágine de dichos y hechos en la que se percibe, aunque pueda parecer lo contrario, un predominio del olvido sobre la memoria, pues se superponen pequeños y grandes olvidos (la magnitud, en cada caso, queda a cargo de cada cual). Pienso, en relación con ello, acerca de lo esencial y de lo accesorio. No es fácil discernir entre uno y otro.

Quizá haya sido siempre así, aunque ahora se note mayormente; de cualquier manera, si nos ponemos a observar cómo nos relacionamos, el desapego, la crispación e incluso el enfrentamiento, cobran un rango predominante e inquietante.

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre una realidad que nos atraviesa a todos, pero no por igual: en el mundo contemporáneo, los mercados ocupan un lugar central en nuestras vidas, en tanto que no sólo determinan lo que compramos o vendemos, sino que también influyen en áreas fundamentales como la educación, la salud, la justicia e incluso las relaciones humanas.

 
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