El caso de la mujer francesa, Gisèle Pelicot, que durante casi una década fue agredida sexualmente por su marido y ofrecida a otros hombres mientras se encontraba sedada, llegaba a su fin, a finales de diciembre, tras tres meses de juicio. La sentencia condena a Dominique Pelicot a 20 años de prisión por violación agravada, la pena máxima contemplada en el sistema penal francés. Desafortunadamente, Dominique Pelicot no es un criminal excepcional ni un monstruo aislado. La serie de agresiones que llevó a cabo durante al menos nueve años contó con la connivencia de otros hombres que decidieron participar en esta infamia y que también han sido condenados. Esa dimensión colectiva evidencia la naturaleza estructural del horror. Pocos países cuentan con un desarrollo cultural y económico como el de Francia y, sin embargo, todavía en 2024 podemos ser testigos de conductas que nos resultan inexplicables.
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