En los tiempos que corren, el concepto de gimnasio va mucho más allá que un simple lugar donde realizar actividad física. Ya en el siglo II Juvenal escribió su conocido aforismo: 'Mens sana in corpore sano'. Hoy a nadie se le escapa la idea de que ejercitarse, de manera habitual y de forma moderada, tiene importantes beneficios para la salud del cuerpo y la mente. Por ello, la educación física actual comprende diferentes ramas: profesional, de ocio y tiempo libre, terapéutica, escolar o de apoyo al desarrollo de ciertas profesiones. Pero a estos cinco ámbitos deberíamos añadir uno con un importante crecimiento: el de ofrecer a los demás una buena imagen personal (trabajo, familia, amigos, redes sociales…).
En los últimos años, en España, el número de personas asiduas a los gimnasios ha aumentado considerablemente. Y este es un dato fabuloso si el objetivo es el de estar en forma y cuidar nuestra salud; pero puede llegar a ser preocupante si las razones tienen más que ver con una moda efímera.
En torno al actual gimnasio, ha nacido todo un mundo paralelo. Un mundo donde hay que estar al corriente de las últimas tendencias: entrenamientos, vestimenta, alimentación… Ahora ya no se va al gimnasio, se va al gym, algo que se ha convertido en todo un arte.
En el gym se practica fitness para conseguir una buena forma física. Así, puedes optar por hacer cardio, cyclo, step up, spartan training, fitbal, power yoga, full body, etc., etc.
Antes, cualquier chándal o camiseta servía para ir al gimnasio, y si era vieja mejor, a fin de cuentas era para sudarla. Ahora, decidir la indumentaria es algo más complicado. Existe una moda fitness que cada año presenta novedades, tendencias en cuanto a estilo, diseños, comodidad, funcionalidad, materiales, estampados, colores o tallaje. Equiparse con unos ajustados leggings, un tank top, sport bra, joggers, short tight fitting…, tiene su intríngulis. El universo zapatillas, las antiguas playeras, merecería un capítulo aparte dada la gran variedad de modelos, marcas y precios. Y no faltan los complementos, también a la moda y conocidos como wearables: relojes inteligentes, auriculares, gafas, llaveros…
Hay quien va más allá y luce un look con nombres y logotipos en su indumentaria deportiva, promocionando ciertas marcas de ropa, de alimentación o imágenes de famosos del momento. Además se puede optar por ir al trabajo, de paseo o a tomar un café con la ropa del gimnasio, lo que se conoce como athleisure (“atlético ocio”), una tendencia que equilibra lo sobrio, lo cómodo y lo elegante.
Si lo que se pretende es tener un “cuerpo fit”, no hay que olvidar una buena alimentación con más carbohidratos, batidos hiperproteicos, suplementos vitamínicos, barras para deportistas, superalimentos de moda…, y nada de grasas ni azúcares.
Así, es posible llegar a ser una persona gym o una persona fitness, incluso un Gym Rat (“rata de gimnasio”), practicando un estilo de vida que exige una mayor frecuencia de entrenamientos y una alimentación y vestimenta determinada. Pero, hay quienes prefieren convertirse en Gym Bro o Gym Sis, para apoyar a los compañeros y compañeras en sus entrenamientos.
Como vemos, toda una terminología que casi obliga a llevar en la mochila fitness (antes, bolsa de deportes) un diccionario especializado para entender lo que estamos hablando. Eso sí, un diccionario que quedaría anticuado y obsoleto al poco tiempo de salir, dado que continuamente aparecen nuevas palabras que dan nombre a los nuevos componentes del complejo mundo de los gym.
Sin olvidar que hay muchas personas que hacen un uso responsable y razonable de los gimnasios, existe un destacado número de usuarios cuya motivación principal es el postureo. Con la vestimenta a la última moda, toca mirarse al espejo (elemento muy útil en los gimnasios para controlar los ejercicios) y hacerse fotos y videos entrenando y utilizando determinadas marcas, para difundirlas en las redes sociales. Hay gimnasios que incluso lo facilitan, llevando a cabo una muy buena estrategia comercial. El apoyo y elogios de las amistades y fans, animará y hará querer ir al gym con mayor interés y frecuencia.
Hay quienes, en su orden de prioridades, consideran el hacer ejercicio como algo secundario, manifestando evidentes contradicciones. Van al gimnasio en coche o moto, después caminan en la cinta ergométrica. Usan el ascensor para no molestarse mucho, aunque luego se dedique a subir y bajar los peldaños de la escaladora del gym. Y piden al supermercado que les lleve la comida a casa para no cargar peso, luego entrenan levantando “hierros”.
No quiero pasar por alto que cuando el deseo de mejora se vuelve obsesivo y se lleva hasta los extremos, se puede llegar a un comportamiento adictivo y convertirse en un serio problema. Así, por ejemplo, trabajar la fuerza tiene importantes beneficios, pero cuando se hace en exceso, buscando una musculatura hipertrofiada, es muy probable que pueda afectar la salud (contracturas, roturas de ligamentos, dolor crónico, problemas cardiovasculares…). El psicólogo Antonio Soto, en su libro Las nuevas adicciones ¿Qué son? ¿Cómo afrontarlas?, explica: “los avances tecnológicos, la evolución en los hábitos de vida, la adhesión a nuevos valores y metas, etc., determinan cambios en las personas, que se adaptan de diferentes formas, incluso desarrollando nuevas adicciones.” Así, el deseo de alcanzar un cuerpo idealizado, siguiendo los cánones de belleza que marca la moda, con el apoyo de Internet, las redes sociales y los medios de comunicación, puede desarrollar ciertos trastornos y derivar en graves patologías, como la anorexia o la vigorexia, donde aunque te machaques en el gimnasio, la distorsión de la imagen corporal siempre está presente.
A los que amamos la educación física, nos cuesta entender y compartir ese mundo del gym que busca principalmente rendir el culto al cuerpo, la imagen y el postureo. Creemos en el desarrollo y fomento de las actividades físicas, en su amplia y variada oferta, placenteras y enmarcadas en unos valores socio-educativos, teniendo siempre presente las premisas de salud y bienestar físico y mental.
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